El mejillón cebra coloniza el Ebro
El trasvase puede extender la plaga del molusco a otras cuencas fluviales
Un pequeño pero maligno intruso pone en jaque el ecosistema y las actividades económicas fluviales en el tramo final del río Ebro. Los científicos lo llaman vulgarmente mejillón cebra (Dreissena polymorpha) por su similitud con esta especie y las franjas blancas y negras que lo cubren. Procede de los mares Negro y Caspio y se detectó por primera vez en el embalse de Riba-Roja (Ribera d'Ebre) el verano pasado. A pesar de alcanzar sólo unos cuatro centímetros de longitud, esta especie posee una inusitada capacidad de reproducción y forma colonias de millones de individuos por metro cuadrado que se adhieren a las estructuras duras que encuentran en el lecho del río. Hasta el momento, los científicos no han hallado ningún método para frenar su imparable propagación. Y alertan que el trasvase del Ebro podría extender esta plaga por todas las cuencas fluviales peninsulares.
Tras detectarse hace sólo unos meses, fruto probablemente de un repoblamiento con especies foráneas por parte de pescadores centroeuropeos, el mejillón cebra coloniza ya todo el tramo fluvial comprendido entre el embalse de Riba-Roja y la desembocadura del Ebro. Los científicos y las administraciones asisten impotentes a un proceso cuyos desastrosos efectos ya pudieron comprobarse hace 20 años en Estados Unidos, donde ya ha colonizado todas las cuencas fluviales de la mitad este.
El biólogo del Gobierno de las Islas Baleares y experto en moluscos fluviales, Cristian Altaba, advierte de que las consecuencias ecológicas de esta plaga son 'muy graves'. No sólo las sufrirán los moluscos fluviales protegidos, como las náyades (Margaritifera Auricularia). Su actividad filtradora (hasta un litro de agua por día) reduce ostensiblemente la concentración de fitoplancton, del que se alimentan los peces, en el agua además de incrementar la deposición de materia orgánica que 'favorece la explosión de algas y bacterias perjudiciales'.
Pero también las actividades económicas sienten de cerca la amenaza. El mejillón cebra se fija y reproduce sobre cascos de embarcaciones y en captaciones de agua del río, llegando a taponarlas. Su altísimo ciclo de crecimiento y reproducción (en condiciones óptimas, un mes) a través de larvas que viajan por la corriente o gracias a la navegación facilitan increíblemente su propagación.
El trasvase del Ebro puede extender la plaga a otras cuencas. 'El agua del Ebro tiene un problema. Si coges agua del Ebro tendrás el problema', advierte Altaba. De hecho, la interconexión y el transporte por canales en el siglo XIX se cree que fue la causa de la migración de este molusco desde los mares Caspio y Negro, donde se halla perfectamente integrado en el ecosistema desde el cuaternario.
Pero fuera de su hábitat milenario, las cosas cambian. Tiene una enorme resistencia a los cambios y la ventaja añadidada de que no existe ningún depredador que se alimente exclusivamente de esta especie. 'Es el invasor perfecto. Parece salido de un laboratorio', asegura Altaba. Una primera prospección en agosto del año pasado detectó 500 individuos por metro cuadrado en Flix. Sólo unos meses después, la concentración llegaba 2.664. 'El mejillón cebra ha venido aquí para quedarse', sentencia Pere Josep Giménez, del grupo de Natura Freixe de Flix.
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