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Cómo se fabricó el bulo contra Felipe González

El portavoz intentó que los medios publicaran la entrevista de Marruecos tras saber que no existió

'Felipe González cogió el móvil de Abderramán [Yussufi, primer ministro marroquí] y llamó a Andrés Pastrana', presidente colombiano. 'El pequeño problema entre Marruecos y Colombia quedó resuelto. ¡Así se porta un buen amigo de Marruecos!'.

El que elogia las simpatías promarroquíes del ex presidente del Gobierno asistió, el verano pasado, a una cena de Yussufi con González, quien pasó sus vacaciones estivales en Tánger. Durante su estancia se reunió también con consejeros y ministros del rey Mohamed VI. Fue, el 30 de julio, uno de los tres invitados de honor del monarca en la Fiesta del Trono, junto con el presidente de Guinea Ecuatorial y el emir de Bahrein.

No era, por tanto, de extrañar que la Embajada de España en Rabat supusiese que el viaje privado a Tánger que González iba a iniciar el sábado 23 de febrero conllevaría algún encuentro con las autoridades marroquíes. Por muy privado que sea, la Embajada tiene que estar informada de esos desplazamientos porque se encarga, entre otras cosas, de tramitar con las autoridades locales los permisos de armas de los escoltas que acompañan al ex presidente.

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Éstos comunicaron, el 19 de febrero, a la Presidencia del Gobierno, de quien dependen, las fechas de la visita de González, y La Moncloa, a su vez, informó a la representación diplomática en Rabat, que trasladó la noticia al Consuldado en Tánger. 'Me informaron de que era una visita muy privada, tan privada que ni siquiera debía trasladarme al puerto para saludarle como hice en otras ocasiones', asegura el cónsul, José Ramón Remacha.

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El segundo día de su estancia, el domingo 24 de febrero, González y su séquito acudieron a última hora de la mañana al céntrico hotel Minzah. Allí estaban el ex presidente, sus familiares y un amigo arquitecto argentino; el director marroquí del hotel Le Mirage, donde se hospedaron todos; los escoltas españoles y los marroquíes que le brinda el Ministerio del Interior de Rabat. La comitiva se componía de cinco coches, incluido un Mercedes del director del hotel.

'¿Confundieron a ese Mercedes con el que suele utilizar Yussufi?', se pregunta una española afincada en Tánger. Acaso fue, más bien, el lejano parecido entre el arquitecto y el primer ministro marroquí el que indujo al error a un misterioso testigo ocular que informó a la Embajada española de la reunión de González con Yussufi y de que la comitiva automovilística ponía rumbo al aeropuerto con la intención de viajar a Rabat, donde el huésped español iba a ser recibido por el monarca.

Los testigos eran dos, según el diario marroquí Al Ittihad Al Ichtiraki, del que es director Yussufi: 'Un empleado del Consulado español en Tánger acompañado por otro español conocido por sus lazos con los servicios secretos'. El cónsul español afirma no tener ni remota idea de quién pudo ser.

La carretera del aeropuerto también lleva a Asilah, donde, en realidad, se dirigió el cortejo de González y sus amigos. En ese pueblo, al borde del mar, almorzaron todos en Casa García antes de regresar a Tarifa desde Tánger.

Poco después de que el líder socialista saliese del hotel Minzah, varios periodistas españoles afincados en Rabat recibieron múltiples llamadas de la Embajada de España, alerta a pesar de la fiesta del Aid, que celebraba todo Marruecos. Se les informó de que González y Yussufi se acaban de reunir y que, presumiblemente, iban camino de una audiencia real.

Paralelamente, el embajador de España en Rabat, Fernando Arias-Salgado, quien había aprovechado la fiesta musulmana para pasar unos días en Madrid, informaba oralmente al ministro portavoz, Pío Canabillas, de que González estaba manteniendo sendas entrevistas, según le indicaban desde Marruecos. Fue el propio Cabanillas quién trasladó esta falsa noticia a El Mundo. Se trató, según lamentó el viernes, de 'una mala información, mal procesada' por la representación diplomática.

A última hora de la tarde del domingo, los mismos periodistas españoles transmitieron a la Embajada el resultado de sus averiguaciones: si bien Felipe González estaba en Marruecos, no se había visto con Yussufi, y menos aún con el rey. Arias-Salgado sabía, por tanto, ese mismo día que la estancia del ex presidente no había estado salpicada por ningún encuentro político.

El PSOE sospecha que las insistentes llamadas efectuadas, cumpliendo órdenes, a la prensa española en Rabat buscaban airear los contactos 'desleales' de González con las autoridades de un país que tiene tensas relaciones con España desde que, en octubre, llamó a consultas a su embajador en Madrid. 'Había que demostrar que González seguía los pasos del felón José Luis Rodríguez Zapatero, que, en diciembre, viajó a Rabat', señala un dirigente socialista. El presidente del PSOE, Manuel Chaves, tachó ayer de 'auténtica basura' la labor de Cabanillas y Josep Piqué.

Además de los corresponsales de prensa, el Gobierno tuvo, el lunes 25 de febrero, una segunda confirmación de que no se habían celebrado tales entrevistas. El director del Cesid, Jorge Dezcallar, comunicó a sus superiores jerárquicos que podía asegurar que la estancia de González en Tánger no había tenido ningún carácter político aunque sus servicios no hicieron seguimiento alguno del ex presidente. El Cesid 'no ha tenido nada que ver', insistió, el jueves, el ministro de Defensa, Federico Trillo, de quien dependen los espías.

Pese a lo transmitido por los corresponsales de prensa y por el Cesid, y pese al desmentido del propio González, el mismo lunes en la cadena SER, el Ejecutivo no desmintió la información de las entrevistas publicada ese día en primera página del diario El Mundo y basada en un supuesto informe del embajador Arias-Salgado.

Peor aún, el martes 26 de febrero por la mañana, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, insistía en Tele 5 en que 'todos los indicios' apuntaban a que Yussufi y González sí se habían reunido, aunque, admitía, este último no fue finalmente recibido por el soberano. Sólo cuando el propio Yussufi intervino, a su vez, en la SER para dar su mentís, el titular de Exteriores acabó pidiendo disculpas al primer ministro marroquí y al ex presidente español.

Ministro somnoliento

Josep Piqué estaba recién llegado de Washington, padecía jet lag, y desconocía los pormenores del asunto cuando entró en el plató de televisión. Él y sus subordinados están ahora indignados con la utilización que, según ellos, ha hecho el ministerio del portavoz, filtrando el domingo una información transmitida por el embajador, y echándole públicamente la culpa el miércoles cuando quedó patente que se había equivocado.

En el entorno del ministro Cabanillas se reprocha, en cambio, al embajador haber dado por segura una información errónea basada en fuentes poco fiables, y se lamenta de la escasa seriedad de los servicios diplomáticos. Los dos ministerios están a la greña.

El ministro portavoz, Pío Cabanillas, el viernes pasado.
El ministro portavoz, Pío Cabanillas, el viernes pasado.RICARDO GUTIÉRREZ

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