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El Ejército israelí toma el control de dos campos palestinos

Sharon desoye las críticas contra una ofensiva con 22 muertos, entre ellos dos niños

A pesar de las protestas internacionales, el Ejército israelí continuó ayer, por segundo día consecutivo, con su ofensiva contra los campamentos de refugiados palestinos en Jenín y Nablús, al norte de Cisjordania. El número de muertos se elevaba a 22, entre ellos dos niños y otros dos soldados. Los heridos son incontables, y sobre las cifras de detenidos, como si fuera un secreto, no se hace ninguna mención. Portavoces militares aseguraban anoche que controlaban los dos campos de refugiados, pero los tiroteos y enfrentamientos incesantes lo desmentían.

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Viaje Pintoresco, éste es el nombre que el Estado Mayor del Ejército de Israel ha dado a la ofensiva contra los campos de refugiados de Jenín y Balata (en Nablús), una operación que se inició el pasado jueves de madrugada y que ayer continuaba desbocada, provocando la indignación de la comunidad internacional y las críticas de un amplio sector de la sociedad israelí, incluidos mandos del Ejército.

Las operaciones militares se centraron ayer sobre el campamento de Jenín (15.000 habitantes), situado a la entrada de la ciudad y convertido desde hace 48 horas en un verdadero campo de batalla. Los soldados israelíes ensayaron en los últimos meses esta ofensiva, pero siempre acabaron por desistir ante el temor de provocar un baño de sangre, optando como alternativa por operaciones concretas contra responsables de la milicia.

Las reticencias del mando militar con respecto a la ofensiva sobre Jenín no sirvieron de nada. Las órdenes del primer ministro, Ariel Sharon, fueron tajantes: entrar en el campo de refugiados y destrozar las organizaciones terroristas supuestamente emboscadas en la zona. Las tropas de infantería y paracaidistas, apoyadas por helicópteros y tanques, han logrado hacerse fuertes en un buen número de edificios, desde los que aseguran controlar el campo. Alrededor del recinto las tropas han excavado profundas trincheras, dejando la zona completamente aislada. Entre las víctimas se encuentra una niña de 10 años. Decenas de viviendas han sido dinamitadas.

En medio de esta situación prosiguen las pesquisas, casa por casa, tratando de localizar a los miembros más destacados de las milicias, así como los alijos de explosivos y armas. Pero los primeros resultados, según fuentes palestinas, demuestran el fracaso de la operación. La mayoría de los activistas más cotizados pudieron abandonar el campo a través de las montañas cercanas. Nadie sabe dónde se encuentran escondidos. Sus casas han sido sistemáticamente dinamitadas por las tropas israelíes. Los 16.000 refugiados de Balata se encuentran sumidos en un caos similar. Las redes de suministro eléctrico y teléfono han sido cortadas. Las noticias sobre lo que sucede en el interior de los campos sólo pueden ser transmitidas a través de los teléfonos celulares. De vez en cuando, como si se tratara de un goteo, un grupo reducido de mujeres y niños consigue romper el cerco y llegar hasta la ciudad de Nablús. Los testimonios son escalofriantes.

'Los combatientes palestinos están aún en el interior del campo. Pero se esconden para no ser arrestados. Si ustedes se aventuran por las calles del campo, corren el peligro de ser abatidos por los soldados', explicaba ayer a la prensa Mahmud, un muchacho de 18 años nacido en Balata y hoy convertido de nuevo en refugiado en Nablús.

Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, uno de los principales focos de la resistencia, trataban ayer de vengarse de las operaciones contra Balata y Jenín disparando desde Beit Yala, en Belén, contra el asentamiento de Gilo, a las puertas de Jerusalén. Los tiroteos alcanzaron una cuarentena de apartamentos e hirieron a dos israelíes, lo que hace prever una respuesta contundente de las tropas. Belén teme una nueva invasión de los tanques de un momento a otro. Desde el sur de Líbano, las Brigadas anunciaron una oleada de atentados suicidas contra Israel. Las críticas internacionales contra la ofensiva militar israelí no dejaron de arreciar durante todo el día. Las quejas del secretario general de la ONU, Kofi Annan, que ha pedido la retirada inmediata de las tropas israelíes de los campos, han sido secundadas por la diplomacia francesa y, en menor medida, por el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, que pidió 'contención' a los israelíes. El presidente Yasir Arafat, desde Ramala, lanzó un llamamiento a la comunidad internacional para 'actuar rápido' y evitar 'una explosión regional'. Aseguró que Sharon quiere 'exterminar' ambos campos.

REUTERS

Suspenso en los sondeos

La popularidad del primer ministro Ariel Sharon está cayendo en barrena. Por segunda semana consecutiva, el jefe del Ejecutivo desciende en las encuestas de la prensa israelí hasta una zona peligrosa, bordeando el desastre electoral. Esta semana ha perdido siete puntos, mientras que su rival más implacable, Benjamin Netanyahu, continúa escalando puestos. El periódico Maariv revelaba ayer que el 53% de los israelíes están insastisfechos con el trabajo de Sharon. Pero además, el 73% considera que ha incumplido sus promesas electorales de lograr 'paz y seguridad'. El 68% cree además que la situación de Israel ha empeorado desde que llegó al Gobierno. Sólo un 7% dice que ha mejorado. Pero las críticas hacia Sharon no parecen conducir hacia una alternativa de paz, ya que el 51% de los encuestado opina que Israel no debe aceptar la iniciativa de paz propuesta por el príncipe saudí Abdalá, que plantea la retirada a las fronteras del 67 a cambio de la paz con el mundo árabe. Por si el dato anterior no fuera suficientemente revelador, el 60% de los interrogados opinan que Yasir Arafat debe continuar confinado en Ramala.

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