'Es muchísimo más difícil hacer ciencia siendo mujer'
M aría Teresa Miras Portugal es directora del departamento de bioquímica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Experta en neurotransmisores, fue la cuarta mujer elegida para formar parte de la Real Academia de Farmacia, hace justo un año. Nacida en Carballino, Ourense, en 1948, esta catedrática de bioquímica es secretaria científica de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular.
Pregunta. ¿Qué ciencia hace usted?
Respuesta. Trabajo en neurociencias y dentro de ello en señalización sináptica mediada por nucleótidos. El ATP, que aún debe sonar a mucha gente, es un nucleótido intracelular abundantísimo y tuvimos la suerte de encontrarlo en unas vesículas de secreción y pensar que podía ser un neurotransmisor. Nos dimos cuenta de que había otros grupos en el mundo que ya lo habían pensado y nos unimos a esa nueva corriente, entonces novedosa y que tuvo la gran expansión a partir de los años noventa. Es la única rama dentro de la neurotransmisión que no tiene farmacología y ahora está cogiendo relevancia porque se están empezando a ver anomalías. Por ejemplo, la disfunción eréctil se debe a un fallo en el receptor P2X1, y las sensaciones de bienestar o temperaturas agradables son mediadas por otros receptores llamados P2X3, también de la familia de los nucleótidos.
'Es fácil prohibir, sobre todo si quien legisla no tiene problemas de salud'
'Las mujeres no participamos tanto en ese tejido social que toma las decisiones'
P. ¿Qué repercusión pueden tener estos conocimientos?
R. En un futuro inmediato habrá compuestos que permitan paliar los efectos de la fibrosis quística. Una persona de aquí tiene un contrato con un laboratorio para sacar muy pronto el primer producto, basado en esta farmacología, para ojo seco, y eso es importante para toda la gente que usa lentillas o que tiene problemas de secreción lacrimal. Habrá muchas más aplicaciones porque es un mundo muy amplio el que se ha abierto. Está aún sin explorar y ahí estamos nosotros.
P. ¿Qué opina de la polémica sobre las células madre?
R. Todo el mundo habla y legisla sobre las células madre pero no nos hemos dado cuenta de que podemos prohibir todo lo que queramos, sobre todo si quien legisla no tiene problemas de salud. Quisiera ver a muchos de esos legisladores en la tesitura de tener que escoger entre que le trasplanten un riñón del que carece o solucionar su problema con unas células. O para cierta estructura cerebral que se ha fastidiado o simplemente renovar la retina o la córnea... Vamos a asistir a cantidad de revoluciones y habrá que encontrar una solución. Si no, ya estamos viendo que hay compañías privadas en EE UU que venden células madre, y lo que no se haga en los países civilizados, por una legislación que prohibe todo, se hará en otros países. Es lo mismo que los barcos, que si no cumplen las normas para estar censados en A Coruña se censan en cualquier otro sitio. Yo no haría una legislación restrictiva sino que tendría unas normas éticas y, desde luego, financiaría investigación para buscar una alternativa a las células embrionarias. Pero prohibir, prohibir, pasaría como con el aborto en este país, que luego estaba Londres, Amsterdam...
P. Algunos científicos consideran que se ha dado demasiada trascendencia al genoma ¿Qué opina?
R. Creo que el genoma es un descubrimiento excepcional, ahora, cuando se completen las secuencias y se comparen. También ha sido una lección de humildad absoluta y eso es bueno. Nos enseña que el respeto al entorno y a cada ser vivo es esencial y que uno no sabe dónde tienen al primo o al hermano gemelo. Me maravilla ver que desde el punto de vista del genoma nosotros somos cuatro veces un gusano.
P. Usted ha sido elegida académica de farmacia. ¿Cómo está la mujer en las academias?
R. Es obvio que hay muchísimas menos que hombres. También hay que decir que en la academia la gente tiene una cierta edad y conforme nos hemos ido incorporando y haciendo mayores va corriendo el escalafón. Se va adaptando, pero con una cierta parsimonia. En la de Farmacia estamos ya cinco académicas, sobre 50, un porcentaje muy significativo, porque en medicina tienen una y otra de honor, y en la de la historia o la de lengua no sé cuántas habrá, pero menos.
P. ¿Es más difícil hacer ciencia siendo mujer?
R. Mucho más no, es muchísimo más difícil hacer ciencia siendo mujer. El mundo está adaptado a los ritmos del hombre y tal vez porque no participamos tanto en esas relacionas sociales que forman el tejido que toma las decisiones, al final estamos en un mundo que no es el nuestro. Si una mujer tuviera que organizar una universidad, donde cada vez son más porque cada vez se paga menos, o en hospitales o en la enseñanza, que ocurre lo mismo, lo hubiera hecho de manera razonable, que también le hubiera servido al país. Por ejemplo, para poder tener hijos, que son futuro y los que tienen que pagar las pensiones, a lo mejor era bueno tener una guardería a la entrada del hospital o algo así. Algo mucho más humano.
P. ¿Y eso está cambiando?
R. No lo sé. Cada vez las mujeres ocupamos más cátedras, pero también porque somos muchas más y a veces no hay otro para elegir, no hay más historia. Espero que en el futuro esto cambie porque tiene que cambiar.
P. ¿Qué impulsa a alguien a investigar?
R. La ilusión es lo único que mueve la ciencia. Visto cómo está de apagado el sistema, es la vocación de los jóvenes lo que les impulsa. Yo he tenido suerte con la gente que ha empezado conmigo, pero hay que decir que cada vez escasean más. La ciencia ha perdido ese valor mítico que tenía y hoy escasean las vocaciones científicas.
P. ¿La universidad tiene el papel que debería tener? ¿Se hace la ciencia que se debería hacer?
R. La universidad es extraordinariamente heterogénea. Hay gente que pasa olímpicamente de la investigación y así está faltando a la actualización de conocimientos para poder transmitirlos a los alumnos. La permanente renovación es necesaria en la universidad. Si no se hace nada en investigación tampoco se hace en docencia. El que quiere trabaja, y el que no, pues no. La universidad crea o debe crear gente libre que si se le permite investigar en lo que le gusta y en lo que quiere es de donde surge la verdadera originalidad científica.
P. ¿Tenemos un sistema demasiado rígido que puede ser un lastre?
R. Sí, eso ha lastrado la universidad. Muchas veces la gente que no trabaja no sólo no es apreciada, sino que supone un obstáculo para tener un buen despacho o para tener un laboratorio adecuado, porque los que trabajamos no tenemos tiempo de ir mendigando, llorando por cosas que deberían ser obvias en una institución del Estado que tenga por finalidad que se haga lo mejor.
P. ¿También en ciencia 'el que no llora no mama'?
R. Desde luego, sobre todo cuando estás muy próximo al entorno que toma decisiones. Por eso creo que cuando los proyectos de investigación se valoran lejos de los sitios donde se hacen, como en la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva, eso supone una revolución para las posibilidades científicas de muchísima gente. Que los proyectos se asignen lejos es bueno, yo no creo que las decisiones de a quién se da dinero para investigación en la universidad las deba tomar la propia universidad, al menos en lo que yo conozco.
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