Hospitales y Testigos de Jehová negocian vías de asistencia médica
Protocolos sobre el problema de transfusiones
Nunca es lícito hacer el mal, pero a veces no es lícito hacer el bien. Este sutil principio de bioética empieza a ser tenido en cuenta por los hospitales y los profesionales de la medicina. Los miembros de la iglesia Testigos de Jehová, que repudian las transfusiones de sangre, empiezan a ver una solución a su calvario. Todavía hay centros que no aceptan sus exigencias, pero otros, como el hospital Puerta de Hierro, de Madrid, tratan de resolverlo mediante un protocolo asistencial.
Los Testigos de Jehová son una religión con más de 100.000 seguidores en España, de los que 25.000 residen en Madrid. Su doctrina apela a la Biblia para argumentar el rechazo a recibir transfusiones de sangre o hemoderivados, incluso en casos de peligro de muerte. El que ese rechazo tenga motivos religiosos crea problemas de calado ético y legal cuando, ingresados en un hospital, el profesional médico indica un tratamiento que incluya una transfusión, o cuando los pacientes van a ser intervenidos quirúrgicamente.
Ese conflicto de valores ha dado pie a casos de extremo dramatismo, desde la intervención de los jueces hasta un penoso peregrinaje de enfermos por hospitales públicos o privados hasta encontrar un equipo médico dispuesto al tratamiento, sin transfusiones.
Jorge Weyand, coordinador del equipo creado por los Testigos de Jehová para resolver este tipo de conflictos, subraya los casos de los hospitales de Málaga y Alcalá de Henares como ejemplos de intransigencia, dando lugar a que miles de personas de esa religión se hayan visto obligadas a buscar tratamiento fuera de su ciudad o en la medicina privada.
Unos 40 voluntarios coordinan con Jorge Weyand en toda España esa tarea de socorro en caso de inasistencia a algún Testigo de jehová, negociando paralelamente con cada hospital soluciones definitivas al complicado conflicto ético. 'Desde que iniciamos este programa de acercamiento, cooperación y diálogo [con los responsables hospitalarios], las cosas han ido mucho mejor', concluye Weyand.
En el caso del hospital Puerta de Hierro, del Instituto Madrileño de la Salud, su comité de ética está ultimando el Protocolo Testigos de Jehová, debatido ya en sesión clínica con los doctores Rodríguez Reina como ponente y Ana Sainz Rojo como moderadora. Su objetivo es aportar una 'guía de actuación basada en criterios éticos y legales' para atender a esos enfermos, pero 'como documento de ayuda', no como algo 'obligatorio'.
El protocolo entra en los casos concretos, incluso en los excepcionales -menores de edad o personas no capacitadas para decidir-, antes de concluir, como regla general, que 'debe respetarse la voluntad del paciente' e, incluso, que una 'incapacidad jurídica no supone una merma de derechos'. Incluye, además, cuatro detallados anexos para supuestos casos de conflicto, que deben firmar el paciente o el médico para protegerse de posibles responsabilidades.
Dos anexos se refieren a la 'negativa a la transfusión', que debe rubricar el enfermo -o su representante-; otro contempla una 'comunicación [del médico] al juzgado ante la negativa a transfusión en menores de edad y adultos no competentes', y el útimo se refiere a la misma comunicación, pero esta vez en una hipótesis de 'pacientes competentes'. En este último caso, el médico estaría comunicando al juez su decisión de aceptar las exigencias del enfermo hasta sus últimas consecuencias.
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