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Reportaje:

Aduanas caídas

El nuevo cambio del peso paraliza el comercio exterior de Argentina

Alejandro Rebossio

El sector exportador argentino, el supuestamente más favorecido por la devaluación del peso, aún no goza de los beneficios de esa medida. El Gobierno de Eduardo Duhalde estableció a principios de enero un nueva paridad fija entre el peso y el dólar para el comercio exterior: un dólar por 1,40 pesos, en lugar del uno a uno que rigió durante casi once años.

Los fabricantes locales no sólo sufren el encarecimiento de sus importaciones, sino que además encuentran dificultades para pagarlas
El principal problema para los exportadores radica en la incertidumbre sobre el tipo de cambio de la moneda argentina

Diversos factores, sin embargo, han derivado en una paralización de las exportaciones: la indefinición en el tipo de cambio libre para el comercio externo hasta su liberalización el lunes pasado, la falta de crédito para el sector privado por la moratoria unilateral de la deuda pública, las restricciones bancarias (el llamado corralito), las deudas del Estado con los exportadores y las dificultades para importar bienes de equipo y bienes intermedios.

El portavoz de una compañía multinacional admite que el principal problema de la mayoría de los exportadores radica en la incertidumbre sobre el tipo de cambio. Duhalde creó en su momento dos: uno fijo para el comercio exterior y otro flotante para el resto de las operaciones.

Este régimen dual generó críticas generalizadas entre los economistas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) exigió a Argentina que optara por un solo tipo de cambio libre como una de las condiciones para una ayuda que el Gobierno de Buenos Aires sueña en 15.000 millones de dólares. El ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, se dio prisa en lanzar la unificación del tipo de cambio, en lugar de retrasarla hasta el segundo semestre del año. El dólar cerró esta semana a 1,95 pesos.

La incertidumbre sobre el tipo de cambio frena las exportaciones. 'Pocos exportaban a 1,40 pesos por dólar porque pronto regiría el tipo de cambio flotante', explica el portavoz de una firma multinacional. La libre flotación del peso reactivaría las exportaciones y permitiría al Banco Central hacerse con divisas, útiles para seguir interviniendo en el mercado de cambio, y así evitar una devaluación descontrolada. La entidad, sin embargo, espera fondos del FMI, que sigue mostrándose reticente.

Adiós subvenciones

Los exportadores también sufren porque el Estado no les devuelve el IVA ni los reintegros (subvenciones a las ventas al exterior). 'En el último mes no se reintegró nada', se queja el director de una firma norteamericana.

Esta situación perjudicó fundamentalmente al envío de granos, que permaneció suspendido por un mes hasta esta semana. Los agricultores se negaban a liquidar divisas, ansiadas por el Banco Central, si el Estado no les abonara la deuda de 350 millones de dólares que mantiene con ellos. El Gobierno terminó cediendo. En su intento por ordenar las cuentas públicas, el Ejecutivo eliminó todas las subvenciones a las exportaciones, beneficiadas de por sí por la devaluación. También estableció impuestos del 20% a las exportaciones de crudo y del 5% a las de combustibles, lo que perjudica a Repsol YPF.

El director de una compañía petroquímica se refiere a los inconvenientes que padecen las exportaciones por las dificultades para importar. El 80% de las compras argentinas en el exterior supone bienes de capital, bienes intermedios y de capital. 'Nada tiene 100% de componentes nacionales', subraya.

'Aunque lo importado sea un porcentaje mínimo, sin él no se puede producir y a muchos se les está acabando el stock', advierte el empresario petroquímico. Los fabricantes locales no sólo sufrieron el encarecimiento de sus importaciones, sino que, además, encuentran dificultades para pagarlas. No cuentan con suficientes dólares y para conseguirlos necesitan un certificado de la agencia tributaria, que está demorándose más que de costumbre. También se enfrentaban a la burocracia bancaria para girar divisas al exterior.

Los proveedores externos de los productores argentinos, mientras tanto, acotaron o suspendieron sus envíos por el temor de quedarse sin cobrar. El Banco Central de Argentina firmó un acuerdo con el de Brasil para asegurar a los exportadores brasileños que cobrarán los 2.000 millones de dólares adeudados por compradores argentinos. Continúan los problemas con los demás países que venden a la tercera economía latinoamericana. Más de un proveedor externo de las fábricas argentinas teme venderles y después quedarse sin cobrar.

Ford preveía volver a fabricar el 7 de enero, después de casi cuarenta días de descanso, en su fábrica bonaerense de Pacheco. No pudo hacerlo hasta el día 14 por el desabastecimiento de piezas, según reconoce el director, Rodolfo Ceretti. 'Volvimos a producir sólo porque teníamos compromisos de exportación, pero conseguir los componentes fue un caos', admite el portavoz de la automotriz estadounidense. Los proveedores nacionales padecen el bloqueo bancario y la ruptura de la cadena de pagos, por lo que encuentran vicisitudes para importar sus componentes. La automotriz no pudo fabricar los 2.000 coches previstos en enero y a 400 de los producidos les faltan componentes. 'La mayoría de las fábricas están paralizadas', describe el director de Ford. Las 11 automotrices instaladas en Argentina esperan que el Gobierno alcance un acuerdo con Brasil para flexibilizar los intercambios de vehículos entre ambos países. Las pymes, que generan el 20% de las exportaciones argentinas, llevan la peor parte. Dovisac, un fabricante de bombas de agua que destina al exterior el 35% de su producción, paralizó sus operaciones hace dos meses por el corralito. Su presidente, José de Luca, sólo puede sacar del banco 300 pesos por semana para los gastos cotidianos de la planta instalada en Loma Hermosa, en los suburbios de Buenos Aires. Por eso, a sus 66 años, medita si emigra a Brasil. Arcor, la compañía de Córdoba (centro del país) que lidera la fabricación mundial de caramelos, mantiene sus envíos al exterior porque ha logrado asegurar su abastecimiento de materias primas.

Dadone, una pyme cordobesa que produce casas para las muñecas Barbie, analiza la sustitución de importaciones de tintas y herrajes por materiales locales, pero teme por la falta de crédito. El presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), Enrique Mantilla, alerta de que la suspensión de pagos de la deuda pública también deja sin crédito al sector privado, incluido el exportador. 'La pregunta que se hace Argentina es cómo volver a crecer sin inversión ni crédito', señala Mantilla. Las exportaciones, que en los primeros 11 meses de 2001 ascendieron a 24.711 millones de dólares, se mantendrán o crecerán en 2002, según sus previsiones y las de la mayoría de los economistas. Sólo si el Ejecutivo define un plan que asegure unas reglas de juego claras y perdurables, las exportaciones aumentarán en seis meses o un año, en opinión del titular de CERA.

Beneficios para los más aventajados

El Ministerio de la Producción augura que los exportadores recibirán rápidamente los beneficios de la devaluación. Entre los productos más aventajados figuran los limones de Tucumán (noroeste), los judiones del noroeste, los cacahuetes de Córdoba, el ajo de Cuyo (este) y la miel de una decena de provincias. Otros sectores irán a la zaga en la recuperación porque arrastran años de crisis y la competencia con Brasil. Un informe del banco local Credicoop sugiere que primero se beneficiarán las exportaciones de bajo contenido importado: cereales y oleaginosas, frutas, aceites, materias primas plásticas, aceros y manufacturas de piel. En el corto plazo también se favorecerán industrias que sustituirán importaciones como las del papel, materias primas y confecciones textiles, minerales no metálicos, maquinaria agrícola, electrodomésticos (Fagor cuenta con una planta en los suburbios de Buenos Aires), calzado, juguetes y alimentos. El Instituto de Tecnología Agropecuaria calcula que el saldo exportable adicional de los principales cultivos agrícolas alcanzará 14.500 millones de dólares en cinco años. Pero el sector más ilusionado es el de la carne vacuna, que en sus mejores épocas destinaba el 15% de su producción al exterior. La reaparición de la fiebre aftosa en 2000 cerró a Argentina los principales mercados del mundo. La Unión Europea e Israel han levantado las restricciones ante la erradicación de esa enfermedad, con lo que Argentina podrá exportar 380 millones de dólares.

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