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Pánico, caos y cinco muertos

Al principio cundió el pánico. El máximo responsable del servicio postal afirmó por televisión que no podía garantizar la seguridad del correo. Se multiplicaron las informaciones contradictorias: el carbunco fue primero casero y luego muy sofisticado; en ambos casos, sorprendentemente letal. El Capitolio cerró parte de sus oficinas. Cartas sospechosas y polvos raros surgieron por todo Estados Unidos. Se agotaron las existencias de Cipro, el único antibiótico disponible contra la infección.

Todo empezó el 4 de octubre, cuando Robert Stevens, el jefe de fotografía de American Media, el mayor grupo estadounidense de prensa sensacionalista, murió fulminado en Florida, víctima de carbunco pulmonar. Y luego llegaron las cartas letales. Cinco personas han muerto en Estados Unidos desde entonces.

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