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El IVAM se queda sin sus salas más atrevidas

El Instituto pierde una prestigiosa subsede en favor del nuevo Museo del Siglo XIX, que se presentará en Arco

Ferran Bono

El Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) fue el primero de una serie de museos que surgieron en España al calor de la descentralización autonómica a finales de la década de los ochenta. El rigor de su planteamiento y su trayectoria posterior le acreditaron pronto como una institución de referencia que colocaba a la ciudad de Valencia en el circuito del arte internacional. Contribuyó a ello no sólo su sede central, el más convencional Centre Julio González, sino también el Centre de El Carme, un espacio proyectado para acoger las exposiciones más experimentales y apostar por jóvenes promesas del arte contemporáneo.

A partir del verano,las dos salas de la subsede de El Carme dejarán de exhibir los trabajos más atrevidos para albergar obras decimonónicas. La Generalitat Valenciana prevé la reconversión de ambas salas en el espacio central del futuro Museo del Siglo XIX. Un proyecto que será presentado, paradójicamente, en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo Arco 2002, que se inaugura el miércoles en Madrid, por la subsecretaria de Promoción Cultural de la Generalitat Valenciana, Consuelo Ciscar. El IVAM será, así, protagonista indirecto también de Arco.El nuevo Museo del Siglo XIX nace bajo el signo de la polémica. Silenciada durante meses, la decisión de amputar una de las dos sedes del IVAM ha suscitado una reacción airada en el mundo artístico que ha traspasado el ámbito autonómico. Por una parte, se pone el acento crítico en el hecho de que desaparezcan dos salas emblemáticas y prestigiadas que han dado a conocer a grandes artistas. Allí expuso el malogrado Juan Muñoz en la primera muestra importante que le dedicó un museo. Craig-Martin, Sicilia, Zorio, Mullican, Outsler, Muntadas, Barceló o Wilson han sido algunos de los artistas que crearon ex profeso sus exposiciones para las amplias y luminosas salas de El Carme.

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Muchos de ellos han destacado el desafío creativo que supone enfrentar su trabajo con la arquitectura singular del espacio con el fin de conjugar la expresión artística más actual con la historia de un edificio que guarda las huellas del paso del tiempo en forma de diferentes elementos góticos, renacentistas o neoclásicos que forman parte del antiguo convento donde se enclava El Carme.

Por otra parte, se cuestiona el sentido y la conveniencia de crear un nuevo museo, que se enmarca en la política cultural que tiende a levantar nuevas instituciones, esta vez dedicado al arte del siglo XIX, cercenando, además, las instalaciones consolidadas de otro. Algo así como vestir un santo para desvestir a otro.

En el caso de Valencia, no obstante, ese santo tiene mucha prédica. No en vano se trata de la pintura decimonónica, un importante periodo muy del gusto del ciudadano que en Valencia se identifica directamente con la obra de Sorolla. Hay otros maestros relevantes, como Pinazo o los Benlliure, pero la sombra de Sorolla y sus imágenes idílicas de las playas valencianas y la burguesía forman parte del imaginario colectivo. El propio IVAM le dedicó una gran exposición al inicio de su andadura para popularizarse.

Pero Valencia no tiene apenas obra de Sorolla. Ciscar prevé inaugurar el nuevo museo del siglo XIX en marzo del 2003, justo antes de las elecciones autonómicas. Para ello deberá alcanzar un acuerdo con el Museo Sorolla de Madrid para exhibir de forma más o menos estable sus fondos. El contenido del Museo del Siglo XIX es, de hecho, una incógnita, cuando no un problema. Además de trasladar la colección del actual Museo de Bellas Artes de Valencia (de titularidad estatal y gestión autonómica), se han de aglutinar otros fondos dispersos y llegar a convenios con otros museos. De momento, sólo funcionan dos salas temporales del XIX. Otra espinosa cuestión es la participación del Ministerio de Cultura. El secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, ha señalado que no se contempla ninguna partida para financiar el nuevo museo, que funciona a modo de extensión del de Bellas Artes, al tiempo que se ha preguntado por la titularidad de la pinacoteca.

Problemas de un proyecto que, no obstante, si ha suscitado polémica, ha sido por la proyectada absorción de las dos salas de El Carme, lo que significa una ruptura del modelo que definió el IVAM. Desde su origen, el instituto proyectó una sede central para exposiciones más historicistas o convencionales, el Centre Julio González, y otra, el Centre del Carme, para las muestras más arriesgadas que, además, comportarían una mayor implicación del artista al realizar propuestas trabajadas y pensadas para el espacio. Parece que esa doble condición se pierde definitivamente. Dese hace un tiempo se han levantado voces entre artistas, especialistas y galeristas que califican la propuesta del IVAM como demasiado conservadora y poco atenta al arte más actual. De ahí también el valor emblemático del Centre del Carme.

En cualquier caso, el actual director del IVAM, Kosme de Barañano, manifiesta que no diferencia entre las dos sedes del instituto e insiste en que cuando él accedió a la dirección del IVAM la decisión de la Generalitat ya era un hecho. Afirma, además, que en la prevista ampliación del moderno edificio del IVAM Centre Julio González, cuyo inicio lleva ya dos años de retraso, habrá mucho más espacio para continuar desarrollando las actividades de El Carme. Pero el silencio de Barañano, en cuyo mandato el consejo rector del IVAM aprobó hace más de un año la pérdida de El Carme, no ha sentado nada bien en determinados ambientes artísticos.

La defensa del Carme va más allá de un espacio físico. Es también una forma de reclamar la participación en el debate público, de no dar por hecho los proyectos diseñados por los gestores políticos y que, en muchos casos, se enmarcan en la tendencia actual de construir museos, a pesar de que su contenido sea como mínimo muy discutible. Se defiende, en definitiva, una forma de entender un modelo que procuró beneficios a una ciudad y que sólo el IVAM, con sus apuestas rigurosas y también atrevidas, colocó en el circuito internacional del arte contemporáneo.

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Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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