1.500 personas piden en Barcelona a Aznar que condone la deuda argentina

Unas 1.500 personas, según la Guardia Urbana, se manifestaron ayer por el centro de Barcelona para denunciar la penuria económica por la que atraviesa Argentina y para exigir a José María Aznar que, en calidad de presidente de turno de la Unión Europea, defienda la condonación de su deuda externa ante los países comunitarios. La marcha, que discurrió sin incidentes desde el consulado argentino hasta la plaza de Sant Jaume, estuvo encabezada por el cantautor Joan Manuel Serrat, auténtico fenómeno de masas en Argentina.

Serrat explicó que se siente 'parte integrante del pueblo argentino y afectado por la situación que atraviesa el país'.

La manifestación fue convocada por entidades argentinas, partidos como ERC, IC-V y EUiA, y los sindicatos CC OO, UGT y CGT. En Cataluña viven 65.000 argentinos, según datos de la Casa Argentina en Barcelona.

Horacio Cantello, bonaerense de 40 años, es miembro de esta asociación, una de las entidades convocantes de la marcha. 'Me voy a Barcelona mañana mismo, y en cuanto tenga plata os venís tú y la niña', cuenta Horacio que le espetó de repente a su mujer a principios del pasado mes de septiembre. 'Y es que después de un año de gastar zapatos por las calles de Buenos Aires buscando trabajo, me decidí', explica triste. Ahora su mujer ya está aquí y están ahorrando dinero para el billete de su hija de 16 años. Horacio considera que tuvo suerte. Aunque no puede tocar hasta 2003 los 32.000 dólares que tenía ahorrados en su país, encontró trabajo como informático en una consultora a los tres días de aterrizar en El Prat. 'Es desgarrador irse, dejar tu casa, tus cosas, tu familia y amigos', reflexiona.

'Lo peor es llegar completamente solo a una ciudad y a un país nuevo, para empezar tu vida otra vez y preguntarte desesperada pero qué hago, adónde voy', rememora Alejandra González, de 40 años. Llegó a Barcelona hace cinco meses y medio y vive a salto de mata. 'Hago promociones de productos, trabajo de lo que sea, pero busco algo estable'.

Olga Góngora también busca otra oportunidad. Aún no tiene trabajo, pero está dispuesta a hacer lo que haga falta. 'Allí [en Argentina] la sensación de inseguridad y desconfianza es total: yo tenía el dinero en una caja de ahorros, pero ya hace años sentía que podrían desaparecer de un día para otro'. Olga cree que la corrupción se da en todas partes, pero en Argentina 'su nivel es exasperante'. Su marido, Juan, califica la situación de 'horrenda' y tilda a Argentina de 'país de traiciones, como la España de las décadas de 1930 y 1940'.

Si Juan, Olga, Alejandra y Horacio representan los nuevos exiliados, Eduardo Paradot, de 50 años, y Griselda Piñero, de 60, son los refugiados políticos, los que huyeron de la sangrienta dictadura de Videla y llegaron a Barcelona hace ya 25 años.

Durante la manifestación, Eduardo le explica preocupado a Griselda que las cartillas de racionamiento que se reparten en algunas provincias argentinas sólo sirven para comprar alimentos. 'Mi sobrina me escribe que no pueden pagar ni la luz, ni el agua ni el teléfono. ¿Qué va a pasar?', pregunta Eduardo.