'El poder de EE UU no tiene precedentes en la historia'
El historiador británico Paul Kennedy, profesor de Historia en la universidad norteamericana de Yale, repasa en esta entrevista el papel de EE UU como superpotencia sin rival, la forma de hacer frente al desafío terrorista y la progresiva pérdida de importancia de Europa y la OTAN. Kennedy, autor de un libro casi clásico, Auge y caída de las grandes potencias, no ve motivo para que el XXI no sea, como lo fue el XX, el siglo de EE UU.
Pregunta. Churchill dijo que los estadounidenses acababan por hacer lo correcto, pero tras intentar todas las posibilidades erróneas. ¿Está de acuerdo?
Respuesta. Resumió así sarcásticamente sus experiencias con los estadounidenses durante la II Guerra Mundial. Inglaterra necesitaba desesperadamente que EE UU estuviera a su lado. Después de Pearl Harbor, Churchill escribió en su diario: 'Ahora estamos todos a salvo'. Tenía una gran fe en la fuerza estadounidense. No obstante, también sufrió un gran desengaño por el tiempo que pasó hasta que se supo qué era necesario hacer.
'Estados Unidos necesita a la Alianza Atlántica fundamentalmente por razones políticas, para proyectos en los que el Ejército norteamericano se sentiría incómodo'
P. Los sentimientos dispares sobre el papel de EE UU en la política mundial actual se desvanecen casi tan rápidamente como entonces.
R. En tiempos de Churchill, los estadounidenses permanecían siempre en segundo término, se reservaban para el final. Durante la guerra fría, y desde que terminó, no les quedó otra opción que mantenerse en la línea de frente. Ahora son la única gran potencia occidental, han creado alianzas y han contraído compromisos.
P. De vez en cuando los gobiernos de EE UU muestran aversión hacia el compromiso mundial. El Gobierno de Bush es un ejemplo perfecto.
R. Cierto, pero también es asombroso que este país, que se fundó con la intención de no enredarse en coaliciones, haya podido concentrar sus fuerzas armadas de Yokohama, el golfo Pérsico, Diego García, Inglaterra, el sur de Italia y Ramstein en una enérgica campaña militar contra Osama Bin Laden y sus redes. En la actualidad, Estados Unidos posee bases militares en unos 30 países.
P. Usted dice que EE UU es hoy más poderoso que el imperio romano y el británico. ¿Cómo lo ha calculado?
R. Una escala para medir el papel único de EE UU es su proporción estadística del poder. Sólo tiene el 4% de la población mundial, pero produce el 30% de los bienes y mercancías. China, cinco veces más grande y cuya población es mucho mayor, sólo produce un 3%.
P. ¿Tiene cifras similares para el ámbito militar?
R. A esta democracia le corresponde más de un tercio del gasto militar mundial. El poder económico y militar de EE UU no tiene precedentes en la historia. El Imperio Romano, en cuyo punto álgido debía invertir enormes sumas en armamento para su despliegue de poder, tenía que enfrentarse por el este con el imperio persa, de igual importancia.
P. ¿Será el XXI, al igual que el XX, el siglo de Estados Unidos?
R. Si EE UU puede mantener su ventaja en la productividad, no veo por qué tendría que dejar de ser el número uno. Por otra parte, si China mantuviera un crecimiento del 8% al 10%, se convertiría en compañero destacado en la política mundial.
P. ¿No es tan optimista con Europa?
R. Se necesita bastante fantasía para imaginarse una Europa unida políticamente, que también desempeñara militarmente un papel decisivo en la política mundial, y aún más como bloque comercial y económico.
P. Sus cifras no parecen probar que EE UU esté en vías de retroceso. Con esta tesis, que usted planteó en 1987, alcanzó la gloria. ¿Qué tipo de evoluciones le estropearon la tesis?
R. El producto interior bruto de Rusia, que antes de la caída de la URSS era el cuarto del mundo, disminuyó hasta ser como el de Suiza. Además, comenzó la increíble expansión de Japón, cuyo crecimiento se ha situado durante décadas entre el 7% y el 9%. Finalmente, EE UU experimentó en los noventa un apogeo económico sin precedentes. El crecimiento estuvo durante 25 años entre el 1% y el 1,5%, pero entonces aumentó entre el 3,5% y el 4%.
P. La expansión se ha convertido en recesión, pero eso no hace peligrar la superioridad estadounidense, que sigue causando malestar y rabia. ¿Comparte la opinión de su colega Francis Fukuyama, que afirma que el mayor peligro para EE UU es el 'fascismo islámico'?
R. La mayor amenaza proviene de las asimetrías. Es muy posible que existan organizaciones o países que piensen si deberían lanzar una bomba atómica sobre Jerusalén. Ésta sería una acción indirecta contra el aliado estadounidense en Oriente Próximo. Además, todos los consorcios estadounidenses internacionales deberían poner en marcha medidas para su seguridad, si no lo han hecho ya. Los enemigos más débiles golpearán allí donde Estados Unidos sea más débil.
P. ¿Mide EE UU el conflicto de Oriente Próximo con dos escalas diferentes?
R. Desde John F. Kennedy, EE UU ha apoyado a Israel. Si un Gobierno árabe se cuestiona en este país, se recurre al Congreso Judío Americano y a los grupos proisraelíes. Mientras, en EE UU se mantiene al margen de la opinión pública un debate entre judíos reformistas seculares y judíos ortodoxos, sobre si el apoyo ilimitado que EE UU otorga a Israel es o no conveniente.
P. Bush habló de un 'eje del mal' entre Irak, Irán y Corea del Norte. ¿Pura retórica o unión ante un ataque preventivo inminente?
R. No puedo imaginar que prepare una guerra preventiva, en todo caso no contra los tres países a la vez.
P. Tras el 11 de septiembre, EE UU creó una gran coalición para luchar contra el terrorismo, pero fue solo a la guerra. ¿Necesita para algo el EE UU imperial a la OTAN?
R. Cuando estallan conflictos en los Balcanes o en la cuenca del Mediterráneo, Estados Unidos siempre otorga preferencia al ataque de la OTAN. En parte porque de todos modos asume el mando, y en parte porque así puede compartir el peso del ataque.
P. ¿Por qué llama a la OTAN 'alianza Potemkin'?
R. Porque EE UU necesita la Alianza fundamentalmente por razones políticas: para garantizar la paz después de la guerra, para acciones policiales y también para la protección de los gobiernos de transición. En una palabra, para proyectos en los que el Ejército estadounidense se sentiría incómodo.
P. ¿Será la OTAN irrelevante algún día?
R. No estoy seguro. Quién sabe en qué condiciones quedará Rusia cuando Putin se retire o cómo reaccionarán los países bálticos o Ucrania ante posibles desórdenes. Para EE UU, la OTAN sigue siendo una organización que podrá ocuparse en el futuro de posibles crisis en dichas regiones.
P. A políticos como el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, no les gusta que la UE cree su propia fuerza militar independiente de la OTAN. ¿No será una consecuencia del deseo de Europa de desempeñar un papel de potencia de tamaño medio?
R. Tampoco sé por qué los alemanes, británicos, franceses y demás no deberían reunir los recursos para unas fuerzas armadas de 60.000 a 100.000 hombres con su propia planificación y el correspondiente sistema de armamento.
P. Usted viene a decir que el mundo debe vivir con el Estados Unidos imperial.
R. En cierto modo, la cuestión radica en la mera grandeza de EE UU más que en su arbitrariedad. Es como si se tratase de una gran jaula de monos, en la que conviven simios de diferentes tamaños y en una esquina se acurruca un gorila de 230 kilos. Los otros monos más pequeños se tienen que conformar. Podríamos inclinarnos por el concepto de que hay que hacer pensar al gorila en la verdad, aunque sea sacrificando su destino. Si un día crece y ve que un mono pequeño tiene unos buenos plátanos, los cogerá, y nadie podrá impedirlo.
© Der Spiegel.
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