Los Curros, a lo grande

Nadie puede negarle a Bodega Los Curros el mérito de haber formado parte de la renovación del vino de Rueda, cuando el blanco joven de estas tierras era mayoritariamente agraz, herbáceo, e imperaban los rancios y generosos. Durante muchos años, su Viña Cantosán fue vino de la casa en el restaurante Zalacaín.

Luego llegó el crecimiento comercial imparable y la creación de una soberbia bodega. No menor mérito tiene el haber convertido su tinto Yllera en el más vendido de los ribera del Duero, aunque no pertenezca a la puntillosa denominación de origen. La envidia, ignorancia y maledicencia trataron en vano de desprestigiar a un vino honesto, de calidad media más que aceptable y a un precio justo.

Ahora saca un tinto de alta expresión: color intenso, aroma cargado de frutos negros y en un ambiente tostado de una madera algo excesiva de puro nueva. Pero aquí hay taninos frutosos y maduros, un paladar carnoso, un gusto especiado y un sonoro final de mucho roble, demasiado.