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Rusia se distancia de EE UU y designa su propio 'eje del mal'

Moscú acusa a Bush de doble rasero y coloca a Chechenia y Georgia en su lista terrorista

Pilar Bonet

Rusia no está dispuesta a embarcarse ciegamente en una eventual cruzada contra ninguno de los países que EE UU ha declarado como 'eje del mal', ya que Moscú, a diferencia de Washington, no considera que Corea del Norte, Irak e Irán constituyan la principal amenaza. El Kremlin ha expresado su frustración por no haber encontrado el apoyo deseado contra el separatismo checheno, a cambio de respaldar a la coalición antiterrorista en Afganistán.

Convirtiéndose en el principal portavoz de la insatisfacción rusa, el ministro de Defensa, Serguéi Ivanov, ha dejado claro que las prioridades del Kremlin no coinciden con las de Estados Unidos y ha acusado a Occidente de mantener un 'doble rasero' a la hora de juzgar lo que es terrorismo y lo que no lo es. La formación de un 'frente antiterrorista único' es 'impensable', según el ministro, 'si a los que hacen volar por los aires edificios en Moscú y Buinaks se les califica como luchadores por la libertad y a otros países, como terroristas'. Ivanov se refería a las explosiones de 1999 que causaron cuantiosas víctimas y que el Kremlin atribuye a los separatistas chechenos.

'Rusia tiene su lista de Estados de los cuales proviene una amenaza no menor, sino tal vez incluso mayor para los países vecinos y para continentes enteros', dijo Ivanov, tras rechazar la posibilidad de ampliar las actividades de la coalición antiterrorista al territorio de Irak. El ministro no entró en pormenores sobre los Estados incluidos en su propia lista, aunque mencionó a Georgia. Este país caucásico fronterizo con Chechenia es, según el titular de Defensa ruso, incapaz de controlar zonas propias, que sirven de base a los separatistas chechenos. En las 'naciones fracasadas' que no controlan su territorio, el 'vacío de poder' se llena con 'terroristas'. 'Para una lucha eficaz contra el terrorismo' es necesario que 'se erradiquen los focos existentes de conflictos internacionales'. Los argumentos no elaborados de Ivanov dejan traslucir, sin embargo, la irritación de Moscú por no haber conseguido, pese a todos los esfuerzos realizados, elevar el problema checheno a la categoría de peligro comparable con los talibanes. Desde que el presidente Putin se sumó a la coalición antiterrorista, los portavoces rusos han insistido en la existencia de paralelismos y conexiones entre el separatismo checheno y la amenaza terrorista de los talibanes. Occidente ha mantenido matices que no han sido del agrado de Moscú. Mientras la operación norteamericana en Afganistán parece haber superado su punto álgido y Estados Unidos se apresta a afrontar otras amenazas, la campaña militar rusa para controlar Chechenia está tan estancada como el pasado 11 de septiembre. Más aún, los países occidentales, que moderaron sus críticas a los métodos de Moscú, renuevan ahora su insistencia en una solución política y subrayan así que no aceptan un paralelismo mecánico con Afganistán.

Estados Unidos, por otra parte, ha colocado a Rusia en una posición incómoda al incluir a Irán en el 'eje del mal'. El Kremlin aspira a continuar su colaboración económica, nuclear y militar con el régimen de Teherán, pese a la posición de Washington, que está preocupado por el programa de misiles iraní.

En lo que a Irán se refiere, la posición rusa no ha cambiado. Rusia construye la central nuclear de Busheher bajo la supervisión del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y tiene acuerdos para la venta de armas convencionales y defensivas. Rusia sólo vende a Irán armas convencionales y no está dispuesta a interrumpir este comercio, dijo ayer en Roma el ministro de Defensa Ivanov.

Desde la India, país que visitó antes de dirigirse a Kabul, el titular de Exteriores, Ígor Ivanov, se hizo eco de su colega para acusar a Occidente de 'doble rasero' ante el terrorismo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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