Un moderno entre clásicos

Realizar un recorrido por las bodegas del Grupo Rioja Alta enclavadas en Haro, Labastida y Páganos, donde se localiza su pequeño chateau, es viajar por la historia del vino y de su comercialización en Rioja. Un trayecto que comienza con el nacimiento de la primera de sus bodegas en el Barrio de la Estación de Haro, hace más de cien años, y termina de momento en la última y más innovadora de sus bodegas, y en el que se conjuga la fidelidad a sus raíces y al clasicismo con las más recientes inquietudes modernistas.

Rioja Alta acuña reservas y grandes reservas que son un guiño a la tipicidad riojana y que cuenta con clientes muy fieles. Son caldos que llevan cien años dando buen resultado y la bodega sigue el consejo de los sabios: 'si algo funciona bien, no lo cambies'. Pero con su pequeño pago de Torre de Oña quiere conquistar el corazón y la razón de ese nuevo consumidor más exigente, que espera un vino elaborado exclusivamente a partir de una parcela de terreno que le aporta elementos diferenciadores frente a cualquier otro. Un consumidor que busca vinos más carnosos, tánicos, cargados de color, donde se demuestra la fuerza del terroir y donde la crianza se convierte en un elemento que aporta calidad al fruto. Todos estos parámetros se encuentran en ese pequeño chateau de 50 hectáreas, la mayoría de la variedad tempranillo. La propiedad se sitúa a una altitud de 645 metros, en una de las zonas más altas de la Rioja Alavesa, que transmite a los vinos la peculiaridad del terreno y el clima.

El resultado de este terroir es un Barón de Oña reserva 96 de color rojo cereza con ribete púrpura de capa media alta. Su aroma es intenso de frutas pasas, regaliz y un pequeño matiz de madera. En boca es fuerte en ataque con una acidez muy marcada, propia de la altitud del terreno. El retrogusto es largo y amplio. En suma, un vino potente y actual para consumirlo al momento o dejarlo pulir en botella, al gusto del consumidor.