Una semana decisiva
El Gobierno argentino trata de avanzar lentamente desde el caos en el que asumió a comienzos de enero hacia alguna base más o menos firme sobre la que poner un pie con autoridad. Ahora mismo está allí donde se le ve, balanceándose en medio de un quebradizo y desdentado puente colgante sobre el abismo. A cada paso debe sortear los alzamientos civiles que se reproducen en un país donde los ciudadanos parecen estar en deliberación contínua y permanente sobre cuál es la mejor forma de defender sus derechos.
Al noroeste, en la fronteriza provincia de Jujuy, los servicios de inteligencia informan acerca de un supuesto ingreso de armas pesadas y advierten sobre la presencia en la zona de miembros de las organizaciones guerrilleras colombianas.
Todos los gobernadores de provincias temen una sucesión de estallidos. Los discursos más violentos parecen cruzarse y dialogar entre sí de norte a sur. El abogado Sergio Schoklender, cerebro gris de la línea fundamentalista de las Madres de Plaza de Mayo que encabeza Hebe de Bonafini, advierte que 'todo terminará en represión' y 'el pueblo tendrá que armarse para defenderse'.
Un reducido grupo desgajado de la marcha del pasado viernes a la Plaza de Mayo convocada por las organizaciones de izquierda en memoria de los 6 muertos en la Capital Federal luego de la represión policial del pasado 20 de diciembre y de la que participaban Schoklender y Bonafini, atacó con cócteles molotov las sedes de tres sucursales bancarias sin que la policía intervenga para dispersarlos. La extrema Corriente Clasista y Combativa en la que se integran los llamados piqueteros de todo el país anuncian nuevos cortes de rutas y acceso a las ciudades.
El acoso sobre los nueve miembros de la Corte Suprema no cesa. En medios judiciales se especula con que no podrán resistir demasiado tiempo más la presión y que deberán renunciar a sus cargos. Los sitios de Internet de ONG y los de reciente creación recogen iniciativas y transmiten mensajes convocando a manifestaciones.
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