SCH y BBVA, acorralados en Argentina
Los dos bancos esperan el plan económico del Gobierno para conocer el impacto de la crisis y decidir su estrategia
Con un criterio de máxima prudencia, SCH y BBVA dan casi por perdido todo lo invertido en Argentina, unos 3.000 millones de dólares (3.400 millones de euros). Esperan impacientes a que el Gobierno argentino haga público un plan económico creíble, a la vez que aseguran que no están dispuestos a invertir más dinero en caso de que se produzca una quiebra de sus filiales por las medidas de la Administración. Los dos bancos se han unido a los americanos y británicos para hacer llegar sus soluciones a esta crisis. Como dice un ejecutivo bancario español, 'entre el corralito que congela los depósitos y las cacerolas, hay un estrecho pasillo que es la salida. No sabemos si el Gobierno acertará a recorrerlo'.
Por primera vez en mucho tiempo, la banca española ha reaccionado uniéndose a tres gigantes, Citibank, Bank of Boston y HSBC
'Era previsible que Argentina tuviera problemas, pero no esperábamos que llegara a una situación como ésta. Algunos nos estamos acordando del tequilazo de México en 1994, cuando una parte de la banca acabó en quiebra y fue absorbida por el Gobierno, pero no sabemos si será peor'. Con esta frase resume un ejecutivo español la situación actual de Argentina, un país en bancarrota donde se están saqueando los bancos sin que la policía haga nada para impedirlo.
El colapso de la economía de Argentina se traduce en una suspensión de pagos, unida a una devaluación del peso, por primera vez en diez años, que lo ha colocado a dos unidades por dólar. Esta medida ha causado un empobrecimiento general de la población que el Gobierno ha intentado mitigar con dos medidas: el corralito, que suponía inicialmente que los clientes no podían obtener más de mil dólares por semana, aunque finalmente esta posibilidad también se ha cortado ante la falta de dólares en los bancos. La otra medida ha sido la pesificación. Este fenómeno consiste en que el Gobierno podría establecer que los créditos en dólares se conviertan a pesos, mientras que los depósitos de los clientes se mantienen en dólares.
Con una devaluación tan fuerte, esta medida provoca la quiebra de los bancos que no puedan cubrir la diferencia de recursos que se producirá cuando el activo y el pasivo del balance bancario no cuadre.
Esta situación caótica ha cogido a los dos grandes bancos españoles con fuertes inversiones en ese país, por lo que se ha convertido en un problema de primera magnitud.
Provisiones
El Santander Central Hispano (SCH) deberá realizar unas provisiones cercanas a los 1.700 millones de euros (283.000 millones de pesetas), según los expertos, lo que provocará que no cumpla sus previsiones de resultados, que calculaban un crecimiento del beneficio neto del 16%. Probablemente reduzca esta tasa hasta el 10% o el 11%, lo que supondrá la tercera reducción del SCH sobre los resultados de 2001. El banco presidido por Emilio Botín ya realizó en septiembre una provisión de 750 millones de euros y anunció que la ampliaría hasta 1.000 millones, una cifra que ahora parece insuficiente.
Para el BBVA, el impacto podría ir desde los 1.400 millones de euros (233.000 millones de pesetas) hasta los 900 millones de euros (150.000 millones de pesetas), según los analistas. Esta situación provocará que la entidad no incremente en un 16% los resultados, sino el 8% o el 9%. El dividendo de ambas entidades también se verá afectado y, según fuentes financieras, se ajustará a lo que crezca el beneficio por acción, una tasa menor al resultado neto atribuido en el caso del SCH, porque esta entidad ha realizado una ampliación de capital en diciembre. Las dos entidades declinaron comentar estas cifras y se remitieron a la presentación de resultados, que será el martes en el caso del SCH, mientras que el BBVA lo hará el 30 de enero.
Por primera vez en mucho tiempo, la banca española ha reaccionado uniéndose al Citibank, Bank of Boston y HSBC, tres gigantes con filiales en Argentina. Las reuniones mantenidas en Nueva York acordaron crear un grupo de presión, o lobby, para transmitir sus mensajes en tres campos: la Administración del presidente Bush, el Gobierno de Argentina y el Fondo Monetario Internacional. El recado es muy claro: los bancos extranjeros no van a invertir más dinero si se produce una quiebra del sistema financiero por las medidas que adopte el Gobierno. No han tomado posturas sobre su actuación futura en Argentina, pero la supeditan a que la Administración cuente con un programa viable y creíble, que permita atisbar un futuro económico para Argentina. A la vez, asumen que tendrán que aguantar fuertes pérdidas a medio plazo, pero con un horizonte de recuperación.
Algunos analistas critican a los dos grandes bancos por estar tan sorprendidos por lo que está pasando. 'No parece lógico que no contaran con que esto podía pasar en Argentina, el único país del mundo que no ha devaluado su moneda con el dólar en diez años', comenta un analista.
Al margen de los mensajes más o menos graves que lanzan los bancos, los expertos se preguntan cómo podrían abandonar el país si llegara una hecatombe financiera y hasta dónde llega su compromiso.
El Gobierno español ha manifestado su total apoyo a Argentina y ha pedido a las empresas allí instaladas que ayuden al Gobierno del presidente Duhalde para encontrar una salida. Con este antecedente, parece difícil que el Gobierno español aceptara la retira de los dos grandes bancos, que controlan el 20% del mercado financiero argentino. Si se deja la política a un lado, una salida plausible consistiría en vender los créditos vigentes a otra entidad -algo muy difícil- o al Gobierno, como hicieron algunas entidades en México.
La siguiente cuestión es conocer la responsabilidad financiera en caso de quiebra. Los analistas creen que las filiales son sociedades anónimas por lo que responderían por valor de sus recursos propios, tal y como se indica en los cuadros adjuntos. Sin embargo, en la práctica, los gobiernos de Latinoamérica siempre esperan que las grandes multinacionales bancarias respondan con la fortaleza de sus grupos, por lo que su responsabilidad sería mayor a la que indican los balances. Es decir, no se puede descartar que los bancos tengan que aportar capital extra si de ello depende que no quiebre el sistema financiero argentino.
Mientras tanto, Botín ha declarado que es 'pesimista' y que la solución es 'un plan creíble, que permita un sistema financiera eficiente'. El BBVA, que inicialmente se desmarcó con mensajes oficiales de apoyo, ahora se ha unido al grupo de los escépticos. Los dos bancos deshojan la margarita sobre qué hacer en Argentina, mientras esperan noticias que se retrasan día a día.
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