Nueva York y Segovia exhiben facetas poco conocidas de la obra de Esteban Vicente
Una antología y unas esculturas recuperan al gran artista del expresionismo abstracto
Un año después de la muerte de Esteban Vicente, la galería Ameringer-Howard-Yohe de Nueva York inauguró el pasado jueves una exposición retrospectiva sobre el pintor español nacionalizado estadounidense, uno de los máximos representantes del expresionismo abstracto. La muestra, que continuará hasta el 2 de marzo, incluye desde sus primeras obras hasta el último cuadro pintado por Vicente, poco antes de su muerte, a los 97 años. El Museo de Arte Contemporáneo de Segovia mostrará, por otra parte, una serie de pequeñas esculturas a partir del día 29.
'Fue una coincidencia. Yo no miro las fechas. Pedí que adelantarán la exposición simplemente porque me iba de viaje, y fue al fijar las fechas definitivas cuando nos dimos cuenta de que coincidía exactamente con el año de su muerte', comentó su viuda, Harriet Godfrey Peters, que asistió a la inauguración de la exposición.
'Intentamos dar una idea global de la obra de Esteban Vicente. Hemos mezclado las pinturas y los collages sin seguir un orden cronológico. Algunas piezas, con 40 años de diferencia, se parecen mucho en la temática y en los colores y también queríamos subrayar ese aspecto de su trayectoria', explicó James Yohe, uno de los responsables de la galería que se encargó de hacer la selección entre las obras que el artista dejó al morir, el 11 de enero del año pasado, tan sólo nueve días antes de cumplir los 98 años.
Entre las casi treinta obras, la más significativa es, quizás, Countryside, la última pintura que realizó Vicente en 1999 y que abre la exposición. A partir de entonces, con una salud ya frágil, se centró en el dibujo. 'No conozco a nadie que tuviera una carrera tan prolífica. Estuvo trabajando hasta el último momento', recordó su viuda. 'Siempre que miro sus pinturas me parecen nuevas, porque tienen una increíble frescura'.
Nacido en la localidad segoviana de Turégano en 1903, Esteban Vicente adoptó la nacionalidad estadounidense en 1940, tras terminar la guerra civil y haber ocupado en Nueva York el cargo de cónsul de la República. Inició entonces una segunda carrera artística de vanguardia. Se integró en el movimiento del expresionismo abstracto y conoció a muchas de las míticas figuras de la escuela de Nueva York.
Fue completamente ignorado en España hasta 1985, cuando el Banco Exterior de España le dedicó una antología que incluía trabajos desarrollados antes de exiliarse, cuando aún no se había decantado por el informalismo. En 1990 recibió la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, y en 1998 se inauguró el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente en Segovia, donde ahora reposan sus cenizas.
El pintor pasó los últimos años de su vida en su casa de Bridgehampton, en las cercanías de Nueva York. Estados Unidos fue su segunda patria (adoptó la nacionalidad estadounidense en 1940). 'Me marché a EE UU en 1936, y es el único país del mundo donde todos son inmigrantes y donde cada uno tiene la libertad para hacer lo que quiera', explicó hace unos años.
Las obras expuestas en Nueva York son sólo una pequeña muestra de casi ochenta años de trabajo. Todas reflejan la continuidad de sus motivos de inspiración. K, un lienzo elaborado en 1959 de colores ocres y azules, se asemeja mucho a otro cuadro, Composición, pintado más de 30 años después, en 1994, y con el que comparte una de las paredes de la galería.
El díptico Glittering white, un collage de más de un metro de altura y cuatro de largo, realizado en 1983, ilustra la importancia de esta técnica en la obra de Vicente. 'Éste es realmente uno de los medios en los que destacaba', comenta James Yohe.
Vicente dedicó su vida a su trabajo. 'Siempre solía decir a todos los amigos que venían a verle: cuando deje de pintar, moriré', recordaba su viuda al poco de su muerte. 'Y al final fue lo que ocurrió, dejó de dibujar y todos sabíamos lo que iba a pasar'. El propio artista lo reconoció en su última visita al museo de Segovia, en marzo de 1999. 'Si no pinto, me muero'.
Babelia
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