Subvención de mastines, vallas y seguros contra el depredador
La llegada del lobo a Guadalajara y su violento ataque a los rebaños de ovejas ha forzado la reacción urgente de los políticos. La Junta de Castilla-La Mancha aprobó el mes pasado una orden regional en la que otorga subvenciones a los ganaderos. La orden establece un máximo de 300.000 pesetas para reforzar con vallas los apriscos y los corrales de las ovejas; de 30.000 pesetas para la adquisición de mastines -la mejor defensa de los rebaños-, así como la financiación parcial de pólizas de seguro para indemnizar a los ganaderos por las ovejas muertas.
'La medida minimiza los daños del lobo para que no repercutan sobre el bolsillo del ganadero, que ya tiene de por sí una economía frágil', afirma Alberto Saiz Cortés, director general del Medio Natural de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de Castilla-La Mancha. 'El objetivo final es lograr la convivencia entre ganaderos y lobos, tal y como se hace en el norte de la Península desde hace años', añade.
No es un asunto fácil. Aparte de las ovejas que mueren en un ataque, el lobo causa otros daños indirectos en el ganado. 'El estrés que sufre la oveja cuando la ataca el lobo le hace abortar, dejan de comer, ya no se aparean... Les cambia la vida y ya no producen lo que debieran', afirma Francisco Esteban Vara, ganadero de 52 años que ha tenido 200 bajas en su rebaño en dos años. 'Nunca hasta ahora había ocurrido esto. He perdido unos diez millones de pesetas y, si el lobo me pega este año como el pasado, me arruina. Los ganaderos también somos una especie en extinción', se queja.
Una orden incompleta
Antonio Zahonero, presidente de la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos de Guadalajara (APAG), tacha de 'incompleta' la nueva orden regional de la Junta. 'No se han incluido los daños indirectos causados por el lobo en el ganado. Por ejemplo, sólo te pagan una indemnización por las ovejas muertas a mordiscos y no por las que mueren aplastadas', afirma.
Los ganaderos amenazan con tomarse la justicia por su mano. '¿Qué harías tú si se te mete una manada en el corral y te mata más de cien ovejas? Yo vivo de esto, y te aseguro que si un día me encuentro al lobo lo mato a tiros'. Francisco Cuesta, de 63 años, hijo y nieto de ganaderos, está molesto porque perdió 180 ovejas en agosto. Sólo seis murieron a mordiscos, el resto fallecieron por asfixia, aplastadas contra la valla del corral. Desde aquella noche, Cuesta montó guardia en el monte con ánimo de revancha durante casi dos meses. No le vio las orejas al lobo.
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