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CRISIS POLÍTICA Y SOCIAL EN ARGENTINA

Cede la violencia, pero el hambre continúa

Alejandro Rebossio

Buenos Aires amaneció ayer con sol y los porteños aprovecharon el primer fin de semana del verano para distenderse al aire libre. La calma volvió a la ciudad y suburbios empobrecidos, pero los motivos de la furia ciudadana de esta semana permanecen encendidos. El nuevo Gobierno de Argentina, encabezado por el peronista Adolfo Rodríguez Saá, analiza cómo obtendrá recursos para distribuir comida entre sectores pobres de la población. El presidente interino también debe definir el futuro de la deuda pública y del tipo de cambio fijo.

Los saqueos de supermercados, pequeños comercios y hasta casas del miércoles y jueves en todo el país todavía mantienen en estado de alerta a los argentinos. Por los suburbios de Buenos Aires continúan los rumores sobre ataques de los villeros (habitantes de las chabolas) contra barrios de todas las clases sociales. 'La policía nos dijo que venían a saquearnos los pibes de Fuerte Apache', confesó Noemí, una mujer con ocho hijos, en referencia a una urbanización del Gran Buenos Aires en la que los delincuentes comunes no permiten entrar a las fuerzas de seguridad.

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La psicosis ha empujado a algunos ciudadanos de los suburbios de clase baja y media a hacerse con palos, piedras, armas y hasta rejas electrificadas. Los barrios ricos ya cuentan desde hace años con agentes de seguridad privada. Sin embargo, poco a poco la tranquilidad comenzaba a retornar. La policía sólo detuvo ayer a 10 personas, dos de ellas mujeres, que pretendían asaltar una tienda del barrio de Once, en Buenos Aires.

En esta misma zona, la noche de jueves, los vecinos defendieron con palos un supermercado que estaba siendo saqueado por okupas, entre ellos ancianos, mujeres y adolescentes. La renuncia del radical Fernando de la Rúa, el jueves pasado, descomprimió la tensión social. Volvió la paz, pero el hambre continúa.

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