Interior generaliza el reparto de jeringuillas a los presos de todas las cárceles españolas
La medida, que se implantará a partir de enero, busca combatir el sida y la hepatitis C
La Dirección General de Instituciones Penitenciarias ha decidido entregar a partir de enero jeringuillas a los presos de las 69 cárceles administradas por el Estado que lo soliciten. El objetivo es combatir el sida, que afecta al 16% de los internos, y la hepatitis C (46%). El programa culmina una experiencia iniciada en 1997 en la cárcel de Basauri (Vizcaya) y en la que ahora ya participan otros nueve centros penitenciarios. Las jeringuillas, cuya entrega no supone autorizar el consumo de droga en la cárcel, serán reemplazadas diariamente en la enfermería penitenciaria.
La Dirección General de Instituciones Penitenciarias, que depende del Ministerio del Interior, ha ordenado que el reparto de jeringuillas sea de carácter voluntario y que el propio interno sea quien solicite participar en él. Para ello, el recluso deberá acudir al médico en la enfermería de la cárcel y, 'de una forma confidencial', explicar al facultativo que es toxicómano por vía venosa y pedirle una jeringuilla. El médico le informará de los problemas que acarrea inyectarse la droga directamente en vena y le entregará una caja envase con la jeringuilla.
En cualquier caso, los internos están obligados, si llevan encima la jeringuilla cuando se efectúe algún cacheo, a comunicárselo a los funcionarios, para evitar que resulten lesionados. En todo caso, la caja de la jeringuilla debe permanecer en lugar visible en la celda. Una vez que la jeringuilla haya sido usada por el interno, éste la entregará al día siguiente en la enfermería y los médicos le darán otra.
Reducir el daño
El portavoz de Instituciones Penitenciarias matizó ayer que con el programa no se pretende luchar contra las drogodependencias en el interior de la prisión, sino 'reducir el daño' y la 'proliferación' de las enfermedades contagiosas en las cárceles.
La idea es 'conseguir que por el centro circulen jeringuillas limpias y no sucias', explicó el portavoz.
Los supervisores del programa han sopesado por otra parte el posible mercadeo de jeringuillas que pudiera producirse en el interior del recinto una vez comenzado el programa de reparto, pero han llegado a la conclusión de que se trata de una posibilidad poco probable 'teniendo en cuenta que, con sólo pedírsela al médico, la tendrán gratis'.
El programa, sin embargo, no está exento de contradicciones: mientras se organiza el reparto de jeringuillas para evitar la proliferación de enfermedades contagiosas, el consumo de drogas en las cárceles está prohibido y penado. 'En ese aspecto no entramos', dice el portavoz. 'El nuestro es un programa estrictamente sanitario. Si los funcionarios descubren a alguien pinchándose, eso sería responsabilidad del interno'.
La Dirección General está manteniendo reuniones con los directores de los centros, a quienes el programa deja en libertad de indicar qué tipo de presos pueden acogerse, en función de si son de primer grado (peligroso), de segundo grado(ordinario) o de tercer grado (régimen abierto). Según informaciones oficiales, en Castilla- La Mancha 'las conversaciones están prácticamente cerradas' y, en breve, comenzarán los encuentros con otras Comunidades Autónomas.
El programa, que se generalizará desde enero en todos los centros penitenciarios, se basa en la experiencia de Basauri, donde hace cuatro años se empezó a repartir jeringuillas mediante el servicio médico. Este programa piloto permitió comprobar que los presos no utilizaban las agujas como armas contra los funcionarios de prisiones o en reyertas entre ellos. También dejó patente que la introducción de jeringuillas no supuso la modificación de los hábitos de consumo de estupefacientes o el aumento de la toma de heroína.
Diez cárceles
Desde entonces, otros nueve centros penitenciarios -Nanclares de la Oca (Álava), Martutene (Guipúzcoa), Teixeiro (A Coruña), Alama (Pontevedra), Pereiro de Aguiar (Ourense), Boixe y Monterroso (Lugo) y las prisiones de Pamplona y Tenerife- se han sumado a programas de reparto de jeringuillas similares al de Basauri.
Ya se han producido las primeras protestas sindicales. Intercambiar o recibir jeringuillas constituye para Javier Ramírez, de UGT, un elemento 'altamente peligroso para los trabajadores, porque se desconoce quién de los internos está dentro del programa y quién tiene jeringuilla por su cuenta'. En vez del reparto, UGT solicita que se instalen narcosalas para los reclusos.
De los 162 internos fallecidos en las cárceles españolas en 1999, 50 fueron víctimas del VIH, lo que supuso un 30,8% del total de los fallecimientos, según estudios realizados por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, que no incluyen datos sobre los 6.192 internos de las prisiones catalanas. Hoy, el 50% de la población reclusa en las cárceles administradas por el Estado es toxicómana.
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