Nuevos símbolos frente al marco
Los alemanes dejarán de disfrutar el próximo mes de enero del símbolo más querido del pasado medio siglo, die Deutschmark, el marco, la moneda que dio estabilidad, seguridad y bienestar a generaciones que habían sufrido antes de la guerra la hiperinflación y las penurias resultantes.
El marco alemán muere de éxito y deja lugar al euro, una moneda que para muchos alemanes es una incógnita, cuando no un riesgo más o menos necesario. Proscrito tras la II Guerra Mundial el orgullo nacional por su secuestro y abuso por parte del nazismo, el marco ha sido durante cinco décadas el máximo soporte de la identidad alemana. Por ello, ha sido mucho más difícil para los alemanes que para otros ciudadanos europeos el desprenderse de su moneda.
El nuevo protagonismo mundial que el canciller Gerhard Schröder reclama ahora para Alemania tiende, por un lado, a compensar esta orfandad ante la desaparición de la principal seña de indentidad, pero responde, por otro, a la convicción de Berlín de que la Unión Europea no puede ni debe sustituir a los Estados nacionales.
Si antes era difícil oír esto en ambientes oficiales alemanes, hoy esta convicción abarca prácticamente a todo el espectro político. Todos insisten en que esto no debilita la vocación europeísta alemana, pero a nadie se le oculta el hecho de que la autoafirmación alemana despierta sospechas entre otros socios comunitarios.
El estado de excepción mundial decretado después del 11 de septiembre ha acelerado un proceso ya iniciado antes. La práctica desaparición de la escena internacional de la política europea común lo hace aún más patente.
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