Ken Follett se adentra en la acción de un 'comando' de mujeres en la II Guerra Mundial
El escritor se inspira en 'Alto riesgo', su nuevo libro, en una agente real británica
Ken Follett (Cardiff, 1949) es uno de los emperadores del best-seller, un autor popular que lleva vendidos más de sesenta millones de ejemplares de las 13 novelas que ha publicado desde 1978. En su nuevo libro, Alto riesgo (Grijalbo Mondadori), vuelve a la II Guerra Mundial. 'He escrito otros tres libros sobre la época y los tres han funcionado muy bien', afirma el novelista, que esta vez centra la acción en un comando de mujeres. 'Los comandos son siempre masculinos. En mi nuevo libro, el comando es femenino, y ésa es un típica idea Ken Follett', explica el escritor.
'Me sorprendió descubrir que había 50 mujeres, y no tres o cuatro como yo creía, entre las 368 agentes que trabajaron en Francia para el SOE [Ejecutivo de Operaciones Especiales], uno de los servicios secretos británicos. Doce de ellas fueron capturadas. Algunas murieron bajo la tortura; las demás, en campos de concentración. Ninguna de las 12 traicionó a nadie'.
La jefa del comando es una inglesa casada con un francés, Felicity Clairet, a la que todos llaman Flick. 'Me he inspirado en una agente real, Pearl Witherignton, que vive aún. He intentado hablar con ella, pero no ha sido posible. Al acabar la guerra, la nombraron para una condecoración civil, pero ella no la aceptó porque estimaba no haber dirigido ningún tipo de acción civil: quería que se reconociera que lo que ella y otras mujeres habían hecho eran actos militares'. En la novela no queda la menor duda de ello.
El comando, conocido como Las urraquillas, integra mujeres ricas y pobres, sin antecedentes o con pasado criminal, coquetas o muy discretas, pero sorprende al incluir en el equipo de seis a un travestido y a una lesbiana.
'Es un corte representativo de la sociedad: hay un hombre que vive como mujer, otra de ellas sólo se siente atraída por las de su propio sexo, una tercera es bisexual y las tres restantes son heterosexuales clásicas. En 1940, la gente no hablaba de su sexualidad, pero existía. A fin de cuentas, los célebres clubes servían también para eso, para que los hombres a los que les gustan los hombres pudieran encontrarse sin escándalo', dice Follett, cómodamente instalado en una butaca de un salón del Ritz parisiense, un hotel que desempeña un papel en la novela. 'Me documento mucho. Por ejemplo, para escribir el viaje en tren entre Chartres y Reims, antes quise hacerlo yo. No me bastan los libros o las fotos. Y ver las cosas te da ideas. Para el lector es importante que no haya errores. Las acciones descritas pueden ser muy aventureras, pero los detalles tienen que ser reales. Si se descubre que algo es falso o imposible, toda la magia de la ficción se derrumba'.
Durante dos días, Follett se ha paseado con los periodistas por los lugares donde ocurren los hechos de Alto riesgo -que en España se publica el próximo 8 de noviembre-, sobre todo Reims y sus alrededores. 'Elegí la ciudad porque su catedral me gusta mucho, y más aún el champaña', comenta riendo.
Los atentados contra el Pentágono y las Torres Gemelas son una realidad que sin duda ha de marcar el trabajo de los autores de best sellers.
'Sólo puedo asegurar que ahora nadie puede escribir una novela sobre un secuestro de avión y utilizar el humor. Estamos ante un tema tabú'. Pero el pasado sigue teniendo también sus tabúes. 'El SOE, por ejemplo, envió a 50 de sus agentes a la muerte porque no se respetaron algunos de los protocolos para detectar si los mensajes radiofónicos enviados por sus agentes no lo eran, en realidad, por los alemanes. En mi novela se explica cómo podían descubrir si quien los lanzaba no era el agente británico. Todavía no se ha explicado qué ocurrió en el interior del SOE'.
Datos en InternetLos testimonios escritos de los antiguos agentes o los datos encontrados a través de Internet son fuentes que se suman al trabajo de Follett. 'Los espías o comandos te cuentan cuáles eran las condiciones para poder saltar de noche en paracaídas. Necesitaban que hubiese luna y pocas nubes; los pilotos se guiaban por el brillo del agua de los ríos o los lagos. En Internet encuentras cuál era la luna hace 20, 50, 100 o 200 años. Pero como yo quería que la acción transcurriese justo antes del desembarco de Normandía, pues he tenido que tomarme ciertas libertades con la climatología'.
Detalles falsos
Puede que lo que más sorprenda de Alto riesgo sea que los detalles que más credibilidad aportan a la trama sean falsos. 'El que Flick decida no saltar en el sitio previsto porque no ve luces, y sobre todo porque no ve el fuego del horno del panadero, se me ocurrió tras leer los testimonios de los antiguos espías, pero no porque hablen de ello, sino porque se me antojó lógico verlo', explica Follett. Respecto a que el jefe alemán, Dieter Frank, plagie textos de amor de Flaubert para ablandar el corazón de las prisioneras que temen haber sido traicionadas, la lógica es aún mayor: 'Flaubert y su Madame Bovary son el gran clásico de la literatura. Una persona cultivada como Dieter no puede desconocer dicha novela. Y Flaubert habla como nadie de los sentimientos femeninos. Por eso utilizo sus palabras'. Sobre una hipotética adaptación cinematográfica de la novela, el escritor no se pronuncia: 'Sus derechos de adaptación a la pantalla aún no han sido adquiridos. Me han dicho que es como un filme de acción, pero yo escribo con palabras, y los cineastas, con imágenes. Nunca pienso en el cine mientras redacto, pero es posible que, al leer el guión, veamos en nuestras cabezas lo que estoy explicando'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.