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Haq, un hombre prudente elegido por EE UU

Ramón Lobo

'Abdul Haq era un hombre muy prudente'. Así lo define un gran experto en Afganistán, el periodista italiano Ettore Mo. Es una opinión compartida por los que le conocían. Por eso nadie comprende cómo pudo participar en una operación encubierta que, por su resultado y por las extrañas circunstancias que la rodearon, más parecía una misión suicida.

Pastún nacido en Jalalabad, en el sur de Afganistán, tenía 43 años. Hace tres, unos desconocidos enmascarados penetraron en su casa en Peshawar, cortaron el hilo telefónico y mataron a su esposa y a un hijo. No es el primer dirigente moderado que pierde la vida en los últimos años en esa zona fronteriza de Pakistán.

Tras la invasión soviética, en diciembre de 1979, se unió a los muyahidin que la combatieron durante una década. Haq pertenecía a la facción de Yunas Khaled, una escisión pequeña pero aguerrida del Partido del Islam de Gulbuddin Hekmatyar, del que era enemigo. Ya entonces, Haq entró en contacto con el Gobierno de EE UU, del que recibió financiación y armas para derrotar al invasor. Uno de sus contactos de entonces era el consejero nacional de seguridad de Ronald Reagan, Robert McFarland. Algunas fuentes indican que McFarland fue el destinatario de la llamada de socorro que efectuó Haq antes de ser capturado en la madrugada del viernes por los talibanes, y por ello se retrasó la acción de rescate.

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Haq era un tipo alto, fuerte, de barba blanca y pelo ralo, temido por sus enemigos. No pertenecía a la Alianza del Norte ni estaba manchado por las luchas entre las facciones muyahidin entre 1992 y 1996. Tenía el perfil idóneo para dirigir un futuro Gobierno de coalición junto a los tayikos, uzbekos y hazaras. Pero la suerte, que tantas veces le salvó la vida, le fue esquiva en el momento en que EE UU había optado por otorgarle un papel capital en el futuro de Afganistán.

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