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Bush entrega 180.000 millones de pesetas a la CIA para que mate a Bin Laden

La agencia ha recibido 1.000 millones de dólares para operaciones encubiertas

Cuando hace un mes George W. Bush decía en público que quería a Osama Bin Laden 'vivo o muerto', el presidente de EE UU ya había firmado una orden interna que no sólo permite, sino que exige a la CIA matar al terrorista saudí y a sus colaboradores 'a cualquier precio'. Bush ha enviado 1.000 millones de dólares (180.000 millones de pesetas) a la agencia para que las operaciones encubiertas, en colaboración con el Pentágono, puedan culminar en el asesinato de Bin Laden y la destrucción de su organización, Al Qaeda. Según una información de Bob Woodward en The Washington Post, fuentes del Gobierno estadounidense han confirmado que la CIA tiene la orden directa de Bush de matar a Bin Laden 'a cualquier precio'.

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Los 1.000 millones de dólares que la Casa Blanca ha enviado a la CIA sirven para facilitar ese trabajo. La agencia puede emplear el dinero en la financiación de operaciones encubiertas 'que habrían sido impensables antes del 11 de septiembre', dice un alto cargo de la Administración. No es casualidad que la información del Post se publicara apoyada en una entrevista al vicepresidente de EE UU, Dick Cheney. 'Esta guerra', dice, 'es diferente a la del Golfo porque puede no terminar nunca'.

El jefe del Estado Mayor, Richard Myers, declaró ayer que Washington estaba dispuesto a capturar a Bin Laden vivo aunque 'dependerá de las circunstancias'. 'En una situación defensiva, las balas volarán. Pero si podemos capturarle, le capturaremos', señaló Myers.

Gerald Ford firmó en 1976 una orden que prohibía a los servicios de espionaje no sólo cometer asesinatos en el extranjero, sino incluso implicarse en ellos. La prohibición hacía referencia sólo a los 'asesinatos políticos', pero Jimmy Carter y Ronald Reagan la ampliaron a cualquier tipo de homicidio. Los presidentes posteriores no retocaron la normativa (que puede ser revocada sin intervención legislativa) hasta que Bill Clinton, después de los atentados de Bin Laden contra intereses estadounidenses, contrató a un equipo de abogados para analizar las implicaciones legales que conllevaba ordenar a la CIA el asesinato de Bin Laden. Los abogados llegaron a la conclusión de que la operación era defendible como acto de defensa nacional legítimo ante las leyes internacionales y estadounidenses. Clinton ordenó entonces matar a Bin Laden.

Dinero y riesgo

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Ahora Bush añade a esa orden dos elementos indispensables para que culmine con éxito: dinero y asunción del riesgo. El presidente de EE UU ha comunicado a la CIA y a sus consejeros su disposición a aceptar cualquier fracaso en el camino. Bush asume que habrá operaciones encubiertas de la CIA cuyo fracaso podrá bordear el ridículo ante la opinión pública, pero lo admite como necesario. Dice Cheney: 'No hay una línea recta hacia la victoria. En el camino habrá días buenos y días malos'. Además, EE UU cuenta ahora con algo fundamental: el acceso de agentes de la CIA a sospechosos detenidos en otros países.

Bush no quiere que se deje pasar ninguna oportunidad de asesinar a Bin Laden. Hace algunos meses, un vídeo captado por un avión espía de EE UU mostraba a Bin Laden en un lugar de Afganistán. La grabación era de alta calidad, pero eso era todo: ni la CIA ni el Pentágono tenían forma alguna de aprovechar la ocasión para destruir a Bin Laden. Para que eso no vuelva ocurrir, ahora la CIA ha equipado a sus Predator, aviones de vigilancia sin tripulación, con misiles capaces de destruir el objetivo que captan sus cámaras.

Al mismo tiempo, la CIA trabaja con la mayor intensidad de su historia en la prevención de nuevos atentados. La agencia entrega a la Casa Blanca cada mañana un documento top secret denominado Threat Matrix (Amenaza Matriz) que contiene la lista de amenazas y pistas creíbles sobre futuros atentados.

A la complejidad de la tarea y la falta de información sobre Al Qaeda se unen situaciones previsibles que lo entorpecen todo un poco más. Hay un ejemplo ilustrativo: hace unos días, una mujer llamó al FBI para comunicar a la agencia que su patriotismo la impulsaba a comunicar a las autoridades que su marido, de origen árabe, preparaba con varias personas un atentado contra la Torre Sears de Chicago. El FBI dio credibilidad al caso y detuvo a las 10 personas. Aún más: la CIA comunicó a la Casa Blanca que se había desarticulado una célula de Al Qaeda en Chicago. Al final se descubrió que la mujer había inventado la trama para castigar a su marido por una relación extramatrimonial.

Vladímir Putin y George Bush, con chaquetas chinas, en Shangai.
Vladímir Putin y George Bush, con chaquetas chinas, en Shangai.REUTERS
Un marinero del portaaviones estadounidense <i>Theodore Roosevelt</i> coloca un misil en un F-18.
Un marinero del portaaviones estadounidense Theodore Roosevelt coloca un misil en un F-18.ASSOCIATED PRESS

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