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Soldados de Estados Unidos atacan por tierra el feudo de los jefes talibanes

Comandos de EE UU asaltan un aeropuerto y una residencia del mulá Omar al sur de Afganistán

Enric González

Dos objetivos, unos 200 soldados, ataque casi simultáneo en plena noche y retirada inmediata. La operación lanzada en la madrugada de ayer por las tropas de Estados Unidos, la primera con uso de infantería en el interior de Afganistán, ofrece una muestra de lo que será la guerra en las semanas venideras: un peligroso juego del gato y el ratón, en el que el Ejército más poderoso del mundo se disfraza de guerrilla y se dedica a hostigar y agotar a los talibanes. La operación se saldó con dos muertos y cinco heridos, todos por accidente, por parte estadounidense; los talibanes negaron haber sufrido bajas en los combates. Ayer proseguían los ataques aéreos sobre Kandahar, al sur de Afganistán. Según testigos en Kabul, citados por la agencia Reuters, anoche se podía oír el sonido de helicópteros sobrevolando la capital, al tiempo que los talibanes desplegaban carros blindados por las calles.

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'Esos soldados no habrán muerto en vano', afirmó el presidente George W. Bush al conocer, desde Shanghai, el resultado de la incursión. Las víctimas mortales se produjeron durante el aterrizaje de un helicóptero Blackhawk, utilizado para la cobertura y el transporte de tropas, en una zona despoblada de la región paquistaní de Beluchistán, a unos 25 kilómetros de la frontera afgana. El general Richard Myers, jefe del Estado Mayor, explicó que 'la oscuridad y la nube de polvo levantada por las hélices' fueron, probablemente, las causas de que el helicóptero se estrellara al intentar posarse en tierra. Además de los dos muertos hubo tres heridos en el accidente.

Otros dos soldados sufrieron lesiones leves durante un salto en paracaídas dentro de Afganistán. Myers rechazó como 'totalmente falsa' la afirmación de un portavoz talibán en el sentido de que el Blackhawk accidentado hubiera recibido impactos de disparos durante la incursión. 'Todos nuestros aparatos regresaron tras la operación', aseguró.

El general Myers se negó a dar detalles sobre la operación. Explicó que había consistido en un ataque 'coordinado' contra dos objetivos 'alejados entre sí': un aeropuerto al sur del país (negó que se tratara del de Kandahar) y un 'puesto de mando' en el que en algún momento había residido el líder de los talibanes, mulá Mohamed Omar. 'Encontramos resistencia, como era de esperar, pero se cumplieron los objetivos', comentó. Según el general, las fuerzas de asalto, constituidas básicamente por los Rangers, quizá con miembros de la unidad de élite Delta Force, se llevaron de regreso 'información' y 'algunos objetos que están siendo analizados'.

Las características del despliegue permanecen en secreto. De las imágenes proporcionadas por el Pentágono se deduce, sin embargo, que al menos una parte de las tropas salió del portaaviones Kitty Hawk, convertido en base flotante para las fuerzas especiales, e hizo escala en Pakistán. Desde allí, los soldados, estimados en unos 200, volaron hacia los objetivos, unos en avión para lanzarse en paracaídas, otros en helicóptero. El repliegue se efectuó probablemente con helicópteros. 'Hemos utilizado diversos vehículos aéreos', se limitó a decir el general Myers, quien sólo precisó que entre ellos había varios AC-130, un avión de combate derivado del Hércules con capacidad para transportar tropas.

El general Tom Franks, jefe de las operaciones en Afganistán, confiaba quizá en encontrar al mulá Omar en el centro de mando asaltado. Esa instalación no había sido bombardeada para que su equipamiento (los 'objetos' capturados y sometidos a análisis) permaneciera intacto. El mulá no estaba y la resistencia talibán no fue demasiado intensa. El Pentágono estima que hubo bajas entre los talibanes, pero los portavoces del régimen guerrillero-religioso lo negaron. Según el ministro de Educación y portavoz talibán, Amir Jan Muttaqi, hacia medianoche (hora local), varios helicópteros estadounidenses se posaron en la montaña de Baba Sahib, al oeste de Kandahar; 'los talibanes se acercaron y les obligaron a retirarse'.

Myers afirmó que los objetivos de la operación se habían cumplido. Esa escaramuza inicial resultó modesta y fue poco más que un tanteo, pero, según el jefe del Estado Mayor estadounidense, constituyó un mensaje muy claro para los talibanes: 'Podemos atacar cualquier objetivo en Afganistán, a la hora que nos parezca y de la forma que nos convenga'.

Muy significativo sobre el tipo de guerra que se libra en Afganistán es el aparente intercambio en las posiciones tradicionales de ambas fuerzas enemigas. Los talibanes, habituados a la guerrilla, se ven forzados a un papel pasivo; el Ejército de EE UU opta por emplear tácticas guerrilleras, aunque respaldadas por fuego aéreo y ejecutadas por soldados que disponen de armas y sistemas de comunicación tecnológicamente muy avanzados.

Miembros de las fuerzas especiales estadounidenses, en una imagen difundida por el Pentágono.
Miembros de las fuerzas especiales estadounidenses, en una imagen difundida por el Pentágono.ASSOCIATED PRESS
Imagen nocturna, ofrecida por el Pentágono, de las tropas estadounidenses que intervinieron en Afganistán.
Imagen nocturna, ofrecida por el Pentágono, de las tropas estadounidenses que intervinieron en Afganistán.REUTERS

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