La CIA proporciona armas y dinero a la Alianza del Norte e intenta provocar deserciones entre los talibán
Desde hace varios días, EEUU inyecta armas y dinero a la oposición al régimen talibán a través de Uzbekistán. La CIA tiene la esperanza de que el miedo a la derrota o, simplemente, la codicia más rastrera se conviertan en una puerta abierta a la deserción en el Ejército talibán. Los estrategas saben que Afganistán es un campo de batalla en el que cambiar de bando es habitual.
Los soldados de la opositora Alianza del Norte mantienen canales de comunicación por radio con una decena de militares talibán, con más de 500 soldados a su mando. Según periodistas estadounidenses sobre el terreno, aunque los soldados combaten en bandos enfrentados resulta frecuente establecer y mantener canales de comunicación para facilitar la disidencia si llega el caso. La Alianza del Norte ha asegurado que al menos 40 oficiales del Ejército talibán se han pasado a su lado en la zona septentrional del país e incluso han colaborado en la destrucción de redes de transporte en territorio talibán.
Según The Washington Post, la CIA se esfuerza al máximo en fomentar la deserción a través de agentes de la inteligencia paquistaní infiltrados en Afganistán. Fuentes de la agencia estadounidense aseguran que si algunos militares del Sur y el Este del país acaban pasándose a las fuerzas de la oposición, estaría garantizado un cambio de poder a corto plazo.
Las fuerzas de la Alianza del Norte reciben desde hace días material militar y ayuda filtrada a través de la frontera con Uzbekistán. El arsenal, financiado enteramente por EEUU, incluye armas de asalto, morteros y lanzagranadas. George W. Bush ha comentado en múltiples ocasiones que 'la mayor parte de campaña militar no se verá nunca en televisión', al contrario de lo que ocurre con los bombardeos de los últimos días.
Las conversaciones por radio entre soldados de la Alianza del Norte y miembros del Ejército talibán se han incrementado en los últimos días. La oposición asegura que también ha comenzado a enviar mensajeros ocultos a poblaciones bajo control talibán para tratar de contactar con mandos abiertos a la deserción a cambio de dinero o de estar a salvo de los ataques aéreos estadounidenses.
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