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LA CRÓNICA
Columna
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La ganga era él

El otro día, en el paseo de Gràcia, me encanté en una de las casetas de la Fira del Llibre d'Ocasió Antic i Modern que se celebra en este paseo hasta el 7 de octubre. En realidad buscaba una de esas gangas que te llevas a casa por poco más de veinte duros. Libros que hasta hace poco se vendían a dos y tres mil pesetas, aquí los puedes encontrar a precios reventados. Estaba, pues, yo, removiendo una de esas pilas de libros cuando me di cuenta de que a mi lado había un amigo mío escritor. Enseguida noté su mala cara, pero no le di mucha importancia porque estábamos en plenas fiesta de la Mercè y el hombre podría haber pasado una noche movida. Lo saludé, pero ni se enteró; estaba tan absorto en el montón de libros que tenía delante y que, como yo, tres personas más removían. Tuve que darle dos toques en la espalda para que reaccionara, tal era su fijación, hasta que bajó de la luna. 'Perdona, es que...'. Me pareció entender el motivo de su ensimismamiento, pero me equivocaba. No era, como yo, el deseo de encontrar una ganga, sino, sencillamente, que la ganga era él.

En la Fira del llibre d'Ocasió uno puede encontrar desde el libro de saldo hasta piezas de los siglos XVI y XVII

Puedo imaginar el dolor que se siente cuando uno ve su novela a veinte duros. No por los veinte duros, sino por lo que ello supone. Pero, en fin... La vida es dura y la del escritor mucho más. Lo invité a un café y me contó que se planteaba dejar de escribir. 'Tampoco será para tanto. Piensa que Kafka murió sin que apenas lo conociera nadie. Y mira ahora'. No conseguí convencerlo y para animarlo nos fuimos a ver las auténticas joyas de la feria, ese libro que sólo aparece de vez en cuando y que hace caer la baba a ese extraño y curioso espécimen que es el coleccionista.

Nos acercamos a la parada de la librería Sánchez, que es una de las atracciones de la feria por haber comprado recientemente una biblioteca con primeras ediciones muy buscadas de literatura catalana: casi todas las de Salvat Papasseit, incluso Poemes en ones hertzianes, libro con dibujos de Torres García y uno de los más difíciles de conseguir. Enseguida reconocimos a personajes del mundo de la cultura y celebérrimos coleccionistas detrás del mostrador y agazapados ante la vitrina, donde se guardan las perlas del bibliófilo. 'Cuando el coleccionista encuentra lo que busca se ilusiona como un niño con un juguete nuevo', comenta Rafa Sánchez, dueño de la librería y uno de los organizadores de la Fira. En ella uno puede encontrar desde el libro de saldo -como el de mi amigo- hasta libros antiguos del siglo XVI o XVII o primera ediciones modernas; por eso el público que esos días deambula por el paseo de Gràcia es tan distinto. 'Estamos luchando mucho para conseguir mantenernos aquí. En otro sitio esta feria sería un fracaso', comenta otro librero, Lluís Millà. A Rafa Sánchez no le gusta lo de 'libro de saldo'. 'Nosotros lo llamamos 'libro de oferta', que queda mejor'. Mi amigo pone cara de póquer y me mira resignado.

La Fira del Llibre d'Ocasió Antic i Modern está organizada por el Gremi de Llibreters de Vell y este año celebra el cincuenta aniversario con una exposición de libros modernistas en el paseo de Gràcia. En un principio esta feria se instaló en la plaza de la Universitat, más tarde pasó a la Gran Via para terminar en el paseo de Gràcia. De aquellos libreros que empezaron en la plaza de la Universitat aún quedan siete, uno de ellos la Llibreria Millà. 'Esto es una feria popular. Queremos acercar el libro viejo a la gente, hacerle perder el miedo a comprar libros de segunda mano'. Millà reconoce que hace cincuenta años había más bibliófilos que ahora. También es cierto que hay muchos más en Madrid y el resto de España que no en Barcelona. Editores, profesores de universidad y escritores son los más próximos al libro de coleccionista. Las primeras ediciones de Foix, Papasseit, Carner o Espriu son las más buscadas en catalán, mientras que Lorca y Alberti siguen creando culto en castellano.

Rafa Sáchez me muestra una de sus prendas: un libro de Igor Stravinsky, Le sacre du printemps, dedicado el cuatro de abril de 1925 a Farran Mayoral, un traductor catalán. Pero el público llano busca ese libro de oferta que hace cuatro días se vendía cien veces más caro. 'También compran monografías locales, libros de caza o libros de texto que creen más baratos y resultan más caros que en las librerías normales. Viene gente expresamente desde cualquier punto de España'.

El perfil del coleccionista es un hombre culto, ya mayor, aunque cada vez hay más jóvenes que se interesan por ese tipo de libros. Muchos de ellos ni llegan a leerlos porque, normalmente, ya los han leído hace mucho tiempo; son, sencillamente, libros para coleccionar, como quien colecciona muñecas, banderines o llaveros. Hay autores fetiche, como Gil de Biedma, Lorca o García Márquez, aunque la astronómica cifra de noventa y cinco millones de pesetas no alentó ni al más loco para comprar unas galeradas con unas cuantas correcciones a mano. ¿Y las mujeres?, me pregunto yo, ¿tienen algún interés por coleccionar primeras ediciones? Pues la verdad es que no mucho. O más bien casi nada. Es éste un mundo masculino, como tantos mundos. La mujer, más práctica, compra el libro y se lo lee. Su gran contribución es venderse la biblioteca de su marido al enviudar.

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