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Reportaje:49º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Concha de Oro para el chileno Lübbert

La española Pilar López de Ayala gana el premio a la mejor actriz por su 'Juana la Loca'

No es la primera vez que el festival donostiarra se cierra con la proclamación de un disparate del calibre que supone conceder la Concha de Oro al -simple balbuceo cinematográfico cercano a la corrección, pero paren ustedes de contar sus méritos y calidades- filme chileno Taxi para tres, primer largometraje de ficción que dirige el hasta ahora conocido (de la gran escuela de Patricio Guzmán) documentalista Orlando Lübbert. Cuando, a primeras horas de la tarde de ayer, se oyó decir, en todo su mal alcance, esta absurda decisión en la sala de conferencias del edificio Kursaal, el inapelable coro de los pitidos y los abucheos fue tan cerrado, unánime y elocuente que nada hay que añadir al indicio de rechazo frontal generalizado que expresaba.

Hubo un raro acuerdo unánime en considerar a 'En construcción' como el mejor filme del festival
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Flotan todavía por aquí recuerdos vivos, con un toque entre cómico y sórdido, de viejas célebres broncas y contestaciones provocadas por otras, de similar grosor esperpéntico, decisiones de un jurado de supuestos expertos en materia cinematográfica. El de este año estuvo presidido por el eminente director francés Claude Chabrol, cuya preferencia por esta pequeña película de corto alcance -pero que desarrolla una idea argumental policiaca con ecos de relato muy chabroliano- se filtró a los corrillos festivaleros nada más comenzar el festival y ha persistido injusta e incluso temerariamente por encima de la proyección posterior de filmes de muy superior entidad que este Taxi para tres que en los paneles de calificación de los periodistas acreditados aquí se limitó a alcanzar, y raspando, una media de simple aprobado.

No hay ningún amago de agarrar el mango de la escoba de barrer hacia dentro al constatar la existencia de un abrumador acuerdo ambiental -expresado por una doble unánime ovación, cuando se oyó su título asociado al Premio Especial del Jurado y al Premio de la Fipresci o de la Crítica Internacional- que desde el pasado jueves convirtió al filme español En construcción, creación personalísima de José Luis Guerin, uno de los escasísimos directores de ahora que hacen verdadero cine de autor, en el mejor y, con mucho, más altamente valorado de cuantos concursaron en esta edición del encuentro donostiarra.

Es, en efecto, una notoria (no escrita, pero existente) norma de esta muestra cinematográfica poner altas cotas de exigencia al cine español en su propio territorio, y prueba de ello es la resistencia de muchos, casi todos, los productores de aquí a dejar que sus películas afronten el riesgo de acudir a esta exigente, y para ellos nada cómoda, competición. Pero la evidencia de la extraordinaria elevación y del profundo y libérrimo buceo formal que lleva dentro En construcción -vivísima y compleja obra, atravesada por una temeraria pureza poética- presagiaban para ella lo mejor, al tiempo que había temores, como ahora se ve bien fundados, de que el jurado no se atreviera a dar a una obra tan insólita, tan fuera de norma, la Concha de Oro, buscando para ella el acomodo de un premio menos sonoro y comprometedor.

El, esta vez justo y merecido, desquite del cine español contra una tan evidente arbitrariedad llegó a través del consuelo que supone el reconocimiento a Pilar López de Ayala de la excepcionalidad de su formidable trabajo en el filme dirigido por Vicente Aranda Juana la Loca. Pero este consuelo se avería en parte si se atiende a la falta de rigor profesional del que hace un delirante alarde la insostenible concesión del otro premio de interpretación al actor natural, Dugün Ayhan, protagonista del filme suizo Escape to Paradise, que en realidad se limita a ponerse delante de la cámara e interpretarse a sí mismo.

Es éste un segundo descabellado galardón, que desvela la poca o nula solvencia que deja ver la lógica empleada para la confección de la lista de los premiados, porque Escape to Paradise, una inteligente y generosa película, que bien podía haber ganado la Concha de Oro, pues está a alturas astronómicas por encima de la triunfadora chilena, en cambio no se merece en absoluto un premio de interpretación, que es una lamentable decisión caritativa y paternalista, que deja fuera del juego a gente como el francés Jacques Dutronc, refinado protagonista de C'est la vie -filme que, por otro lado, y no se sabe a cuento de qué nuevo y absurdo cambalache, ha supuesto el premio a la mejor dirección para el simplemente correcto trabajo de Jean-Pierre Améris- y los ingleses Bob Hoskins, David Hemmings y Michael Caine, que también competían en Last orders y, que aunque el filme es sólo pasable, se merecían, mucho más que el buen ciudadano kurdo que lo ha ocupado, llenar ese importante hueco del capítulo final de recompensas.

Y son con toda evidencia justos el premio a la mejor fotografía, destinado a las maravillosas imágenes de la película hindú El guerrero elaboradas por Roman Osin; y el que distingue a Philippe Harel, Benoît Poelvoorde y Olivier Dazat como autores del mejor guión, que es sin la menor duda el de la trepidante comedia franco-belga La bicicleta de Ghislain Lambert. Nuevo premio impecable si se añade que la escritura de este divertido filme hubiera sido mucho mejor de haberse llevado a cabo un peinado de alrededor de quince minutos en el torpe alargamiento de que se resiente la zona del desenlace.

El jurado internacional que concedió estos galardones lo formaban, además de Claude Chabrol, el director italiano Giuseppe Bertolucci, la diseñadora de vestuario inglesa Ivonne Blake, la actriz y directora brasileña Florinda Bolkan, el director español Eloy de la Iglesia, el escritor chileno Jorge Edwards y la crítica y ensayista británica Sandra Hebron.

Retórica y tediosa

La sesión de clausura en la gran sala del Kursaal, donde se entregaron estos premios, se cerró con la proyección del último filme de Carlos Saura Buñuel y la mesa del rey Salomón, que es una obra retórica, tediosa y decepcionante, que fue tibiamente recibida en la sesión de público matinal y abiertamente mal recibida en la sesión dedicada a la prensa de la noche del viernes. Se trata de un filme inconsistente, probablemente el peor que ha hecho Saura, que quiere indagar en la hipótesis de la invención por Luis Buñuel de la trama de una película que nunca llegó a rodar, y que Saura visualiza con las imágenes y las situaciones menos buñuelianas que cabe imaginar, moviéndose y moviéndonos en los bordes del puro dislate.

Pilar López de Ayala, Concha de plata a la mejor actriz, brinda al conocer su triunfo.
Pilar López de Ayala, Concha de plata a la mejor actriz, brinda al conocer su triunfo.

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