El frente financiero
Bush abrió ayer un frente financiero contra el terrorismo internacional, al dictar una orden que congela las cuentas bancarias relacionadas con Bin Laden y 27 individuos y organizaciones en EE UU, entre las que figura la famosa Al Qaeda (La Base) y otras supuestamente involucradas en la trama. Es un paso lógico, sólo que a todas luces tardío, lo que pone de relieve el enorme agujero de los servicios de inteligencia de EE UU por donde se coló el mayor ataque terrorista de la historia.
Han pasado dos semanas y ha terminado el luto oficial por los muertos y desaparecidos, cuya cifra se sitúa ya por encima de 7.000. Es la hora de la respuesta. La orden ejecutiva contra las cuentas de Bin Laden y otras organizaciones es, en palabras de Bush, el 'equivalente financiero de la lista de los más buscados'. Es la primera decisión económica de la guerra que ha declarado EE UU al terrorismo. Hay indicios de que hubo especulación en Bolsa antes de los ataques del 11 de septiembre. Además de matar habrían ganado grandes sumas de dinero. Espantosa mezcla. Bush ha pedido a otros países que colaboren, pues muchos de los activos de estas supuestas redes terroristas se encuentran fuera de Estados Unidos. Ha advertido a las entidades financieras de terceros países que no podrán hacer negocios en EE UU si no colaboran. Resulta paradójico que hasta ahora haya sido precisamente Washington el que se ha negado sistemáticamente a aceptar acuerdos internacionales vinculantes en el marco de la OCDE para introducir mayor transparencia en los paraísos fiscales. Estrangular las finanzas de las organizaciones terroristas es un avance en términos de cooperación internacional.
El secretario de Estado, Colin Powell, ha prometido aportar pruebas sobre la implicación de Bin Laden en los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Este millonario saudí se ha beneficiado de donaciones de Estados islámicos, empresas y personas. Bush le ha tendido una red que seguramente no podrá atravesar ya. Pero es necesario alcanzar acuerdos vinculantes entre los Estados para asfixiar financieramente a las redes del crimen organizado, múltiples y complejas. Ésta es otra lección que debe aprender EE UU, remiso hasta ahora a este tipo de intervenciones.
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