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Tribuna:VIAJES
Tribuna
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MI JACA

Etapa del Camino de Santiago, la ciudad aragonesa está rodeada por los paisajes de los Pirineos. No lejos de allí se encuentra la estación de Canfranc, símbolo de un tiempo perdido, que va a rehabilitar el arquitecto Oriol Bohigas. Por Ignacio Martínez de Pisón

Tengo ante mis ojos una foto de la Universidad de Verano de Jaca. La foto se hizo en 1929, el año de su fundación, y en ella, sobre el fondo imponente de la peña Oroel, se ve el edificio de la residencia universitaria, austero, solitario, aislado del mundo en un ordenado tablero de huertas y jardines. Setenta y tantos años después, las pocas modificaciones que se perciben en el edificio no han hecho otra cosa que aportarle un punto de venerabilidad y clasicismo y, aunque es de suponer que la peña Oroel sigue en su sitio, resulta difícil atisbarla entre las modernas construcciones que rodean y se diría que estrangulan la residencia. Ahora mismo, esta foto sería imposible, y quién sabe cuántos muros y tabiques se interponen entre el edificio y el punto exacto en el que el fotógrafo colocó su cámara.

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La ciudad ha crecido desde entonces. Su población, que ronda los 12.000 habitantes, se cuadruplica en el mes de agosto, y seguramente tendría capacidad para acoger unos cuantos millares más. Pero su aspecto sigue siendo el de una pequeña gran ciudad y, rodeada como está por altas montañas, recuerda a esos lugares vagamente alpinos en los que pasaban sus vacaciones el capitán Haddock y Tintín. Tiene Jaca un aire de ciudad de vacaciones, pero de vacaciones de las de antes, de la época en la que en verano sólo descansaban los que durante el año no habían tenido ocasión de cansarse. Ni siquiera su condición de antigua plaza militar contradice esa atmósfera relajada y perezosa de las vacaciones. Para comprobarlo basta con acercarse a la Ciudadela, convertida en una atracción más para los turistas. Me asomo a su foso y contemplo la docena de ciervos que en él viven regaladamente. Ante una imagen así, ¿a quién se le ocurriría pararse a pensar que fue aquí o muy cerca de aquí donde Galán y García Hernández vieron frustrarse su sueño de traer la Segunda República?

La calle Mayor y los alrededores de la catedral han resistido razonablemente bien los embates del tiempo. La arquitectura nos recuerda que el corazón de Jaca es nevado e invernal, y de todos modos aquí y allá encuentras un cartel, una bolsa, una camiseta con la leyenda Jaca 2010, que alude a los Juegos Olímpicos de Invierno que la ciudad quiere acoger en esa fecha. También Granada aspira a albergarlos, y en enero el Comité Olímpico Español tendrá que decidir cuál de las dos será su candidata.

Para un zaragozano nacido en el año 60, Jaca está unida a buen número de recuerdos fundacionales. Eso al menos es lo que a mí me ocurre, y podría, al estilo de Georges Perec, inventariar bastantes recuerdos de 'primeras veces': recuerdo la primera vez que participé en una batalla de bolas de nieve, recuerdo la primera vez que en un restaurante me sirvieron mantequilla, recuerdo la primera vez que salí de España... Sin duda, muchos de esos recuerdos tendrían que ver con Jaca.

Hablo de finales de los sesenta y principios de los setenta, unos años en los que la publicidad buscaba el eslogan directo y contundente, los años de 'Contamos contigo' y de 'Solares sólo sabe a agua', que dicen que inventó el cineasta José Luis Borau. En aquellos años, los coches de Zaragoza solían llevar un adhesivo que decía: 'Yo también iré a Jaca'. Yo quería pensar que ese 'también' indicaba sólo una disposición al viaje, a un viaje perpetuo que pasaba por Jaca y por muchos sitios más, pero no ignoraba que se trataba más bien de lo contrario: ese 'también' era una apelación al gregarismo, la negación por tanto de cualquier sueño viajero. Pero ahí estaba la frase, yo también iré a Jaca, y los niños y adolescentes zaragozanos íbamos (también) a Jaca y allí veíamos los automóviles de los turistas franceses, los Peugeot, los Citroën Tiburón, y nos asomábamos a curiosear en su interior y a imaginar cómo serían sus vidas al otro lado de la frontera. En aquella España amurallada y provincial, el cosmopolitismo que Jaca ofrecía, siquiera doméstico y menor, era más de lo que se podía encontrar en la mayoría de las capitales, y mis amigos jacetanos todavía recuerdan la importancia que para su formación sentimental tuvieron las desinhibidas extranjeras que acudían a la Universidad de Verano a estudiar español: su Jaca sí que galopa y corta el viento.

Esplendor y decadencia Pero no se puede viajar a Jaca e ignorar sus alrededores. La soberbia belleza del paisaje pirenaico basta para garantizar el éxito de cualquier excursión, y no muy lejos de Jaca están las estaciones de esquí de Candanchú y Astún, los valles de Echo y Ansó, el balneario de Panticosa... Y, por supuesto, la estación internacional de Canfranc, mi destino favorito en el Alto Aragón. Quienes la conozcan me darán la razón: impresiona la majestad del edificio, su serenidad de león dormido, su silenciosa decadencia.

Encaramada en una altitud de 1.200 metros y encajonada entre montañas, la estación fue inaugurada en 1928 por Alfonso XIII y el entonces presidente francés, Gaston Doumergue. Las obras del gran eje transpirenaico habían comenzado un cuarto de siglo antes, y el tráfico ferroviario, con breves interrupciones, sólo cesará en 1970, cuando un tren de mercancías descarrile en la parte francesa y quede totalmente destrozado el puente de L'Estanguet. Ése fue el momento en el que la estación de Canfranc se convirtió en un monumento a sí misma, emblema y metáfora de la grandeza inútil y el anacronismo, y así ha seguido hasta ahora, cada año un poco más achacosa y deslustrada que el año anterior. Recientemente se tomó la decisión de transformarla en no sé si un conjunto de apartamentos o un hotel de lujo, y parecen inminentes tanto su restauración como la remodelación del entorno, que ha sido confiada al arquitecto Oriol Bohigas. Quien quiera conocer sus últimos instantes de caduco esplendor tendrá que darse prisa.

Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) es autor de Carreteras secundarias (Anagrama).

A 1.200 metros de altitud, la estación de Canfranc (1928), reliquia del gran eje transpirenáico.
A 1.200 metros de altitud, la estación de Canfranc (1928), reliquia del gran eje transpirenáico.NAVIA

Guía práctica de la puerta del Pirineo de Huesca

- Datos básicosPoblación: 12.000 habitantes; en verano se cuadruplica. Situación: a 820 metros de altitud, junto al río Aragón, a 75 kilómetros de Huesca, la capital, y a 156 de Zaragoza. Fiestas: en verano, Festival de Música Antigua y Festival Folclórico de los Pirineos; en mayo y junio, varias romerías. - Cómo irAccesos: desde Zaragoza y Huesca, por la carretera N-330; desde Pamplona, por la N-240. Autobuses diarios desde Zaragoza y Huesca (974 35 50 60); trenes directos desde Madrid y con paradas desde Huesca y Zaragoza (Renfe: 902 24 02 02). - Dormir Canfranc (974 36 31 32). Avenida de Oroel, 23. En verano, 10.300 pesetas la habitación doble. A Boira (974 36 35 28). Valle de Ansó, 3. Entre 5.778 y 8.025. Conde Aznar (974 36 10 50). Constitución, 3. Entre 6.800 y 8.900 pesetas.Apartamentos El Águila (974 36 30 08). Tierra de Biescas, 4. Desde 8.500. Charlé (974 36 00 44). Carretera de Francia, 648. Entre 9.000 y 12.000. Casa Blasco (616 62 22 23). Mayor, 16. Artieda. 3.300 pesetas. Albergue de Artieda (948 43 93 16). Luis Buñuel, 10. Artieda. Sólo dormir, 1.300; con pensión completa, 3.400 pesetas. - ComerEl Portón (974 35 58 54). Plaza de la Cadena, 1. Unas 3.000 pesetas. Cocina regional renovada.La Cocina Aragonesa (974 36 10 50). Platos de la zona y cocina vasca. Menú del día, 1.900; menú degustación, 7.000. Lilium (974 35 53 56). Avenida del Viernes de Mayo, 8. Cocina del Alto Aragón. Alrededor de 3.000. - VisitasLa catedral románica, del siglo XI, y el museo Diocesano. En los alrededores: monasterio de San Juan de la Peña; valles de Ansó, Echo y Tena; parque nacional de Ordesa. Estación internacional de Canfranc; ruta del Serrablo, y estaciones de esquí. - Información Oficina de turismo (974 36 00 98). www.jaca.com y www.aytojaca.es

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