Objetivo: reflotar el submarino 'Kursk'
Temor en Múrmansk por el peligro de fugas radiactivas que causen un 'Chernóbil' marítimo
Los buzos que participarán en las operaciones para reflotar el Kursk, que desde agosto del año pasado se encuentra a 108 metros de profundidad en el fondo del mar de Bárents, se aprestan a realizar sus primeras inmersiones después de que un batiscafo no tripulado investigara ayer las aguas alrededor del submarino nuclear y comprobara que la radiación es normal.
El barco noruego Mayo llegó anteayer con 25 buzos a bordo al lugar donde hace un año se hundió el Kursk con sus 118 tripulantes, y hoy arribará allí el Klavdia Yelánskaya, en el que viaja un nutrido grupo de periodistas (entre ellos este corresponsal) para comprobar in situ cómo van los preparativos para realizar el peligroso rescate del sumergible en el que, según los expertos, todavía quedan armas sin explotar.
Los riesgos de la operación son múltiples, y hay algunos pesimistas que pronostican una catástrofe. En Múrmansk la gente está sumamente preocupada por las consecuencias que pueda tener el fracaso de la operación. A los noruegos les inquietan sobre todo los riesgos de contaminación radiactiva. ¿Se producirán fugas de los reactores nucleares al levantar el Kursk? ¿Resistirá el monstruoso cuerpo de acero o se quebrará? Y si se quiebra el submarino, ¿qué sucederá con los reactores? ¿Habrá un Chernóbil marítimo?
Los científicos y militares rusos tratan de calmar las inquietudes, aunque algunos reconocen que 'puede suceder cualquier cosa con un submarino nuclear cargado de torpedos'. Lo que sí aseguran es que el casco no se quebrará y que la plataforma con las bombas hidráulicas podrá izar el sumergible, al que se engancharán 26 barras de acero. A los problemas técnicos se unen los económicos. La firma noruega Mammoet, que realizará junto a los rusos la operación, cobrará unos 12.650 millones de pesetas por sus servicios, cuyo pago ha sido garantizado por el Gobierno.
Pero esa garantía no es suficiente para que todo marche con normalidad. Kolenergo, la compañía que suministra electricidad a los astilleros Nº 82 de la Armada, acaba de advertir de que puede privarlos de la energía necesaria si la Marina no paga los millones de rublos que le debe. Y es precisamente allí adonde llevarán el Kursk una vez reflotado. La razón del ultimátum, afirman, es que la central eléctrica que alimenta a los astilleros debe ser reparada con urgencia y la compañía no tiene dinero para hacerlo. Los astilleros deben a Kolenergo unos 70 millones de pesetas.
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