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RESCATE DEL SUBMARINO

El 'Kursk' ve la luz 14 meses después de la tragedia que costó la vida a sus 118 tripulantes

El plan de salvamento incluyó seccionar la proa y perforar en el resto del casco 26 agujeros para fijar los cables para izar el submarino

Tras más de un año en las gélidas aguas del mar de Barents, el submarino nuclear ruso Kursk ha salido hoy de su tumba a 108 metros de profundidad para comenzar su última travesía a dique seco para su desguace.

La barcaza Giant-4 comenzó a reflotar el Kursk a las 22.55 GMT de ayer domingo (00.55 hora peninsular española) por medio de 26 grúas y otros tantos cables de acero, en una operación que fue más rápida de lo previsto.

Cuando el submarino estaba a 40 metros de la superficie, una hora antes de lo programado, la barcaza elevó sus ocho poderosas anclas y puso rumbo a Rosliakov, en el golfo de Kola.

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Varios buques de la Armada rusa se acercaron a la zona donde poco antes yacía el Kursk para que sus oficiales y marinos arrojaran flores al agua en homenaje a los 118 tripulantes que perecieron en el naufragio hace 14 meses.

Un portavoz naval declaró emocionado que la ofrenda se dedicaba especialmente a los siete tripulantes que quedan en el fondo del mar, dentro de la proa.

En el primer compartimento de proa, que se seccionó hace un mes para evitar riesgos, estaba la sala de torpedos, la zona más afectada por las dos misteriosas explosiones que echaron a pique el Kursk en unos ejercicios militares el 12 de agosto del año pasado.

La culminación hoy de la arriesgada y colosal operación llega en el día número 86 desde que el pasado 15 de julio un consorcio internacional iniciara los trabajos de rescate.

Con un presupuesto calculado en 65 millones de dólares, más otros tantos para investigar las causas del desastre, desmontar los dos reactores nucleares a bordo y desguazar el submarino, la ingente obra estuvo a cargo de las empresas holandesas Mammoet y Smit.

El plan milimetrado de salvamento incluyó seccionar la proa por medio de una sierra gigante y perforar en el resto del casco 26 agujeros para fijar 26 cables, de 25 centímetros de diámetro y 900 toneladas de resistencia cada uno.

Una portavoz de Mammoet ha explicado que la Giant-4 arrastraba al Kursk a una velocidad de 0,5 nudos, y sin necesidad de fijarlo a la barcaza, como estaba previsto.

Un centenar de féretros

El mando de la Flota del Norte ha encargado más de un centenar de féretros para enterrar a los 106 marinos cuyos cuerpos están a bordo y que no pudieron rescatarse en una primera operación de salvamento el pasado noviembre, cuando se hallaron doce cadáveres.

El rescate con éxito del Kursk abrirá a su vez otra operación para intentar descubrir las causas de las dos explosiones sucesivas que echaron a pique el orgullo de la Armada rusa.

Fuentes navales indicaron que tras el reflote del Kursk las brigadas de buzos recogerán del fondo varios fragmentos del la proa para estudiar las posibles causas del naufragio.

Los fragmentos por un lado, y el casco por otro, se estudiarán minuciosamente durante al menos tres meses en busca de respuestas a un enigma que persiste 14 meses después.

En el dique seco de Rosliakovo se desmontarán los 22 misiles de crucero Granit que llevaba el submarino en el momento del naufragio.

Posteriormente, en una última etapa, el submarino será transportado al astillero Nerpa para retirar el combustible de sus reactores nucleares y proceder al desguace.

Imagen del submarino ruso tomada el 23 de julio de 2001 en el fondo del mar de Barents.
Imagen del submarino ruso tomada el 23 de julio de 2001 en el fondo del mar de Barents.REUTERS

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