Los tres puntos que separan a Europa de Estados Unidos
Tres puntos esenciales marcaron un abismo de distancia insuperable en la cumbre fallida e interrumpida de La Haya, que se reanuda esta semana en Bonn: la vegetación como sumidero de dióxido de carbono, las normas de cumplimiento del Protocolo de Kioto y la financiación de la ayuda a los países en vías de desarrollo para hacer frente al problema. Los dos grandes negociadores enfrentados fueron Estados Unidos y la Unión Europea.
- Sumideros. La vegetación, sobre todo los árboles, tiene capacidad de absorber dióxido de carbono y, por tanto, retirar parte de este gas de efecto invernadero de la atmósfera terrestre. El problema es que este proceso está aún plagado de incertidumbres científicas, aduce la UE, para contabilizar su efecto de manera que un país pueda, por ejemplo, apuntarse en su balance de emisiones las toneladas de CO2 restadas por sus actividades de reforestación o de agricultura.
Estados Unidos insistió en La Haya en estipular en el Protocolo de Kioto unos mecanismos de contabilización de los sumideros demasiado flexibles, según criterio de los europeos, lo que le permitiría al principal país emisor del planeta descontarse demasiadas emisiones por esta vía. Si se aceptase esa propuesta, el protocolo correría el riesgo de quedarse sólo en papel mojado.
- Sanciones. En caso de que entrase en vigor, ¿qué medidas se tomarían contra los países que no cumpliesen sus compromisos de reducción de emisiones estipulados en el protocolo? En este punto de enfrentamiento, Estados Unidos fue partidario de no aprobar ninguna sanción ni medida coercitiva, mientras que la UE defendió fórmulas que garanticen un sistema de cumplimiento eficaz.
- Financiación. La cuestión que más interesa a los países en vías de desarrollo es la ayuda financiera y la transferencia de tecnología por parte de los países desarrollados para hacer frente a los impactos del cambio climático. En La Haya se propuso dedicar un fondo de 1.000 millones de dólares de aquí a 2005. Ahora, con la retirada de Estados Unidos del Protocolo de Kioto, este punto se complica, porque el resto de los países que tendrían que poner el dinero se preguntan qué hacer con la parte correspondiente a Washington, ya que no se consideraría un buen precedente que, si un país se retira de un compromiso, los demás asuman sus obligaciones. Además, el reparto de esos 1.000 millones de dólares, ¿cómo se haría? ¿Según las contribuciones de las Naciones Unidas -y a Estados Unidos le corresponde un 25%- o según las emisiones generadas por cada país, en cuyo caso Washington es responsable de casi el 40%
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