La Base
Un grupo de militantes uniformados de negro y enmascarados se entrena en una pista americana en algún lugar del desierto de Afganistán. En un momento determinado paran frente a una pantalla sobre la que se proyectan imágenes de Bill Clinton y le disparan. Son los hombres de Osama Bin Laden, en un vídeo producido por su propio movimiento, Al Qaida, y difundido esta semana por la cadena de televisión árabe Al Yasira.
¿Cuántos son? ¿Dónde están? ¿Cuál es su capacidad real de actuar? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Para satisfacción de sus seguidores en todo el mundo islámico, Estados Unidos da la impresión de exagerar su importancia.
Al Qaida, que en árabe significa La Base, no es un grupo terrorista en el sentido convencional del término, con una estructura jerarquizada de mando. Se trata más bien de una alianza vaga de células semiautónomas formada a principios de los noventa en torno al fugitivo saudí Bin Laden.
'Acabas con una célula y surge otra. Ya no se trata de un hombre', han declarado funcionarios de los servicios secretos de EE UU a diversos medios de ese país. Ahora todos los indicios apuntan a que el presunto terrorista argelino detenido en Alicante era el responsable de una de esas células.
El núcleo de ese movimiento, formado inicialmente por ex combatientes árabes de la guerra contra los soviéticos en Afganistán, se ha ampliado. Fuentes del contraespionaje occidental aseguran que Bin Laden ha reclutado militantes no sólo en los países de Oriente Próximo y el norte de África, sino también en el sureste asiático, Europa y el propio EE UU.
El propio papel del mitificado saudí resulta confuso. Una investigación conjunta del diario The New York Times y del programa Frontline, de la cadena pública PBS, concluyó que la vinculación de Bin Laden con el ataque a las embajadas en África parecía 'basarse en ideas'. El trabajo periodístico estimó que Bin Laden 'es más una inspiración que un jefe militar para los terroristas'.
Tras aquel atentado, el imponente despliegue del contraespionaje estadounidense se ha cobrado su precio sobre Al Qaida. Una oleada de detenciones en todo el mundo parece haber limitado su capacidad de movimientos. Sin embargo, no se ha conseguido bloquear sus fuentes de financiación. Por si acaso, sus amenazas se toman en serio.
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