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El desarme en el Ulster, base para recuperar la confianza

Las motivaciones de los unionistas norirlandeses se ignoran a menudo debido a las numerosas muestras de su intolerancia. El ejemplo del desarme es significativo. Los principales actores involucrados en el proceso de paz han identificado como la base del mismo la creación de confianza entre las partes.

Para que la confianza y la paz cobren sentido requieren acciones, siendo el desarme una de ellas. A lo largo de los últimos años, los unionistas han visto cómo una y otra vez ese gesto ha sido eludido por el IRA con la indiferencia del Gobierno británico y del nacionalismo constitucional, representado por el Gobierno irlandés y el SDLP de John Hume.

En 1996, el informe Mitchell identificó la ausencia de confianza como el problema fundamental que obstaculizaba las negociaciones que habrían de desembocar en el Acuerdo de Belfast dos años después. Entonces los unionistas exigían la entrega de armas antes de sentarse a negociar, mientras que los republicanos se oponían. Por ello, el americano George Mitchell propuso que el desarme se realizara 'durante' las negociaciones, lo cual fue aceptado por los principales afectados, aunque finalmente no se tradujo en la entrega de armas.

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Poco antes de la firma del Acuerdo, Tony Blair aseguró en una carta personal al unionista David Trimble que el desarme debía producirse de inmediato. Tampoco se materializó y unos meses después el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, prometió que el Sinn Fein no sería aceptado en el Gobierno autónomo de Irlanda del Norte si antes el IRA no ofrecía armas. De nuevo se incumplió esta promesa, pero los unionistas aceptaron constituir el Ejecutivo norirlandés después de que en privado Gerry Adams les asegurara que finalmente el desarme se iniciaría a comienzos de 2000. La ausencia de desarme provocó la suspensión del Gobierno autónomo en marzo de ese año, siendo restaurado en mayo tras acceder el IRA a la inspección de varios almacenes de armas por parte de observadores internacionales.

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Los republicanos consideran semejante gesto como enormemente generoso, pero los unionistas siguen sin ver la ansiada entrega física de armas. En cambio, los unionistas sí han visto la excarcelación anticipada de los presos por delitos de terrorismo y que la policía ha comenzado a ser reformada para dejar de ser un cuerpo deslegitimado entre muchos nacionalistas. Como ha justificado Trimble, 'las palabras por sí solas no son suficientes para superar la desconfianza, pero los hechos sí lo serán'. Muchos protestantes conceden una gran relevancia al arrepentimiento, llegando a ver la entrega de armas como un signo de que las fuerzas del mal a las que durante décadas han combatido los cuerpos de seguridad desean arrepentirse. Por ello, la ausencia de desarme del IRA frente a la reforma de la policía que ha combatido el terrorismo de este grupo confirma las sospechas de los unionistas. Éstos interpretan que su Gobierno ha incumplido todas sus promesas en materia de desarme, fortaleciendo la actitud de los republicanos, que han convertido esta cuestión en su mejor baza negociadora para extraer concesiones.

Los sectores más liberales del unionismo entienden que la participación del Sinn Fein en las instituciones autonómicas supone la incorporación de una organización subversiva como el IRA dentro de las estructuras del Estado que una vez combatió. Por ello Trimble ha intentado facilitar ese desarme que tantas complejidades entraña para el IRA. Al contrario de lo que señala Gerry Adams, no es Trimble quien ha impuesto un ultimátum para el desarme con su anunciada dimisión el 1 de julio si el IRA no responde. Después de que el plazo establecido por el Acuerdo de Belfast expirara sin entrega de armas en mayo de 2000, los gobiernos británico e irlandés fijaron una nueva fecha, que se cumple la próxima semana.

Los sucesivos incumplimientos de las promesas sobre el desarme por parte de los republicanos y de los gobiernos británico e irlandés han deteriorado al máximo la credibilidad de Trimble entre su electorado. Así lo confirman las recientes elecciones generales, en las que el DUP del reverendo protestante Ian Paisley ha incrementado considerablemente su voto. Londres y Dublín han justificado su comportamiento aduciendo un pragmatismo político que ha logrado disminuir los niveles de violencia del pasado. Del mismo se derivaba la creencia de que mientras las armas permaneciesen calladas no constituían un serio problema, siendo preciso proteger a Adams frente al riesgo de escisiones en el IRA. Sin embargo, esa misma realpolitik que habría justificado cierta flexibilidad en el cumplimiento del desarme exige claramente una reorientación si se desea salvar el Acuerdo. El liderazgo de Gerry Adams y Martin McGuinness dentro del IRA y el Sinn Fein es incontestable por parte de los disidentes republicanos, como han confirmado los excelentes resultados electorales de aquéllos.

Tras la dimisión de Trimble pueden transcurrir seis semanas sin necesidad de elegir un nuevo ministro principal dentro del Ejecutivo norirlandés. Si en ese plazo no se produce ningún movimiento del IRA, dos son los escenarios más probables: suspensión de las instituciones o convocatoria de elecciones a la Asamblea. En el segundo de los casos es fácil predecir unos resultados en la línea de los arrojados por las recientes elecciones generales: ascenso del DUP y del Sinn Fein. El funcionamiento de las instituciones no es posible sin el consenso simultáneo de una mayoría dentro de la comunidad unionista y de la nacionalista en cuestiones tan elementales como la elección del ministro principal, algo imposible de alcanzar si las formaciones de Paisley y Adams fueran las más votadas. Por tanto, más allá de la supervivencia política de Trimble, lo que de verdad peligra es el Acuerdo sobre el que se sustenta el proceso de paz.

Rogelio Alonso es profesor investigador de la Queen's University de Belfast y autor del libro Irlanda del Norte. Una historia de guerra y la búsqueda de la paz, editado por Complutense.

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