Un foro contra la pena de muerte exige su abolición en los 122 países donde está en vigor
El I Congreso mundial reúne en Estrasburgo a presidentes de Parlamentos de todo el mundo
La abolición universal 'es algo que puede parecer utópico', dice Michel Taube, presidente de la asociación organizadora, 'pero también lo hubiera sido pensar, hace 100 años, cuando sólo tres países eran abolicionistas, que hoy serían 108 aquellos en los que el Estado ya no se arroga el derecho a matar'.
En la capital alsaciana se han dado cita la presidenta del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, y los presidentes o vicepresidentes de los Parlamentos francés, italiano, alemán, español, austriaco, belga, camboyano, chileno, georgiano, griego, de Costa de Marfil, Malta, Portugal y Ucrania, así como un antiguo ministro de Justicia -Robert Badinter, que suprimió la pena de muerte en Francia cuando Mitterrand llegó al poder- y un gran número de organizaciones no gubernamentales y humanitarias.
'Hoy Europa es una zona liberada de pena de muerte. La democracia, en el Viejo Continente, lleva aparejada la abolición de la pena capital', dijo Badinter. Recordó que 'en Turquía aún existe, pero no se aplica desde hace más de 15 años, y Rusia, que ha suspendido las ejecuciones, no ha ratificado aún el artículo 6 del protocolo europeo de los Derechos del Hombre'.
Además del gesto simbólico de los distintos Parlamentos asumiendo el lanzar una campaña a favor de una moratoria en las ejecuciones porque 'ningún argumento jurídico ni político permite justificar la pena de muerte, pues es inimaginable que el deber de castigar que corresponde al Estado se concrete convirtiendo al propio Estado en criminal', según expuso Wolfgang Thierse, presidente del Bundestag, se plantearon otras iniciativas. Michel Toubiana, presidente de la Liga de Derechos Humanos, propuso que 'ningún país europeo acepte extradiciones hacia Estados Unidos si la persona acusada corre el riesgo de que le sea aplicada la pena de muerte'. El filósofo Jacques Derrida insistió en que 'EE UU es, al mismo tiempo, el eslabón fuerte y el débil de la cadena, el país en el que la pena de muerte quiere tener más valor disuasivo y aquel en que parece más en contradicción con su carácter de nación democrática y de tradición cristiana'.
Otra propuesta que puede ser recogida por el Parlamento Europeo y los de los distintos países de la UE o del Consejo de Europa es el declarar una fecha precisa para que cada año se celebre el día contra la pena de muerte, una jornada de sensibilización a través de los medios de comunicación y las escuelas, y se recuerde que ese abolicionismo es uno de los trazos definitorios de la nueva Europa.
Por otra parte, los presidentes de los colegios de abogados de París, Nueva Delhi, Ginebra, Ciudad del Cabo y la asociación internacional representativa de todos los colegios estudiaron la posibilidad de ofrecer ayuda jurídica a los ciudadanos en peligro de ser condenados a muerte. Los ponentes recordaron que el 99% de los ejecutados en EE UU han tenido un abogado de oficio sólo en el momento del juicio.
Danielle Mitterrand, presidenta de la Fundación France Libertés, reveló en la asamblea que 'he intentado convencer a Fidel Castro de que suprima la pena de muerte en Cuba, que ése sería un gesto que iría en la línea de lo que ha representado la revolución, y él me dijo que estaba plenamente de acuerdo, que si no lo hacía era porque su opinión pública, la opinión de un país en guerra, no lo entendería'. Sin quererlo, otro ponente, Sergio d'Elia, de la asociación Hands off Cain, le respondió: 'La abolición de las ejecuciones, la desaparición de la condena a muerte de los ordenamientos jurídicos, aunque haya seguido una evolución, no es fruto de una evolución natural, de un mayor grado de civilización, sino el resultado de una voluntad política, de un debate, de creer en que lo que primero es una utopía y luego se convierte en realidad'.
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