Reciclaje, concienciación o negocio
Desde hace unos años somos conscientes de la importancia del reciciaje, es decir, reutilizar productos obtenidos de materias primas con el fin de evitar el desgaste de la naturaleza derivado de las necesidades humanas.
Si uno pasea por Madrid puede ver numerosos contenedores en los que encuentra materiales susceptibles de reciciaje, maderas, plásticos, cartones, vidrio, metales, enseres, y el destino final de los mismos son los vertederos, donde se arrojan incontrolodamente.
El Ayuntamiento de Madrid creó los denominados puntos limpios, existiendo nueve en Madrid capital, con amplitud de horarios, para recoger los residuos procedentes de la actividad de una ciudad que no pueden ser absorbidos por los servicios convencionales de recogida de basura, con el fin de aprovechar los bienes suceptibles de reciclaje y separar los productos peligrosos.
La paradoja llega cuando el propio Ayuntamiento limita las cantidades reciclables:
-Baterías de vehículos de uso particular, 2 unidades.
-Escombro procedente de obras en domicilios particulares, 60 kg.
-Electrodomésticos, 2 unidades.
-Frigoríficos, 1 unidad.
-Maderas, 60 kg.
- Metales, normal de producción domésticas.
-Ordenadores, 1 unidad.
-Papel-cartón normal de producción doméstica.
-Pilas normales de producción doméstica.
-Vidrio de producción doméstica.
Como es sabido, los inconvenientes del reciciaje son su clasificación y recogida, pero si se clasifican y se transportan por cuenta del ciudadano a un punto limpio, ¿por qué el Ayuntamiento nos limita lo que podemos reciclar al día?; ¿por qué la única solución que se nos ofrece si queremos reciclar más de lo estipulado es pedir al Ayuntamiento el correspondiente permiso para verterlo incontroladamente en el vertedero de Valdemingómez?
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