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Reportaje:

Todo por la Madre Patria

Cuatro argentinos hijos de españoles explican sus razones para marcharse de su país e ingresar en el Ejército español

Tienen ya esa mirada de los emigrantes a punto de partir. En el brillo de luz de los ojos se confunden las inciertas horas del crepúsculo y la aurora. 'Yo voy a extrañar el ser argentino', dice el mayor de los cuatro, Gastón Muns, 26 años, hermano de Jaime, a su lado, más moreno, flaco y callado. Noelia Díaz Colombo, 20 años, que no ha dudado hasta ahora de nada, comprende de pronto que 'jurar lealtad a la bandera española va a ser lo más difícil, más que estar los tres años allá'.

Entre Gastón y Noelia, indiferente, Emanuel Bolaños, 21 años, supone que todo eso no va a ser más que 'un trámite'. Y agrega: 'Yo no juré por la bandera argentina'. Emanuel ha vivido antes en Brasil, su madre nacida en Madrid acaba de regresar para instalarse en Vigo y el futuro está en España, 'lo de la bandera no importa'. Para Gastón sí, también para Jaime: 'Y, sí, va a ser duro, como otras cosas, a nosotros nos contaron la parte linda, pero uno sabe que allá no va a ser todo así...'

'Jurar lealtad a la bandera española va a ser lo más difícil. Más que estar tres años allá', dice Díaz
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Son cuatro pibes argentinos hijos de españoles, sentados a una mesa redonda del mítico café La Puerto Rico en el barrio histórico, a una calle de la Casa Rosada, la sede del Gobierno argentino. Una inesperada carta del Ministerio de Defensa español les abrió la puerta para salirse del invierno próximo, de esta niebla húmeda que se cierra como la noche sobre la ciudad. Este domingo deben presentarse en el centro asturiano de Buenos Aires, desde allí les llevarán al aeropuerto y viajarán a Madrid.

Unos 2.000 jóvenes, con un porcentaje estimado en el 35% de mujeres, acudieron a las reuniones de información después de que se despacharan unas 19.000 cartas a hijos de españoles residentes en Argentina y Uruguay. Se requería tener entre 18 y 28 años, medir entre 1,55 y 2,03, completar una solicitud de ingreso, superar las pruebas de aptitud, a cambio de firmar un contrato de 18 meses, con cláusula de renovación, después de dos meses de instrucción básica. El sueldo neto sería de unos 600 dólares (117.000 pesetas), más alimentación, alojamiento, vestuario, Seguridad Social y 30 días de vacaciones. En los primeros meses se descontaría de la paga el pasaje.

Sólo 600 aspirantes se presentaron a las pruebas de aptitud física y psicológica, que hicieron equipos de médicos y oficiales de las Fuerzas Armadas españolas en el centro asturiano de Buenos Aires. Entre ellos los hermanos Gastón y Jaime, Noelia y Emanuel. 'Los test psicológicos y el multiple choice no eran tan sencillos como nos había dicho el coronel en la charla informativa', admiten, pero los cuatro aprobaron.

Noelia dice que en realidad llevaba años preparándose: 'Siempre tuve vocación militar, era natural en mí. Salía en los test psicológicos. Se ve que quería mandar... y obedecer. Es una vocación que no se puede explicar con palabras'. Estudiante de colegio de monjas, iba para abogada que soñaba con ser oficial de cualquier fuerza armada. Lo intentó en la Policía Federal, pero eran 2.000 mujeres entre 5.000 aspirantes y no había sitio para todas. Hasta que le llegó la carta soñada.

Noelia es ajena a la historia negra de los militares en su país. 'Yo sé lo que hicieron, actuaron mal pero muchos lo hicieron bien. Eso ya pasó'. Hija única de un asturiano de Pola de Allande, la robusta y enérgica niña eligió la infantería mecanizada por recomendación de amigos del colegio militar y se va a Córdoba: 'Allí estaré dos meses, pero luego pasaré dos años en Toledo. Mis padres me apoyan, pero mis amigos no quieren saber nada, no están de acuerdo'. No le importa demasiado la paga, con tal de que le alcance 'para ver algún día a Joaquín Cortés'.

Emanuel pasa sus últimos días argentinos con su tía en el barrio de Palermo, al norte de Buenos Aires. Está acostumbrado y preparado, con doble nacionalidad y pasaporte comunitario, para viajes y cambios. Cuando hacía el trámite en el Consulado vio el anuncio del Ejército y hasta pensó en examinarse en los centros de reclutamiento de España. Ahora irá a Valencia y le parece bien porque podrá 'ver jugar a Pablo Aimar' en el equipo de la ciudad, aun cuando sea aficionado del Rosario Central, 'y también viajar a Ibiza'. Es uno de los tantos que salían cada día a buscar trabajo y no conseguía nada: 'Porque se presentan miles, piden experiencia y no te dan oportunidad de trabajar'. Piensa, como los demás, que ésta es la oportunidad que 'todos ellos quisieran tener'.

Gastón, el mayor de los Muns, es el duro del grupo: 'Yo siempre me resistí a hacer la doble nacionalidad, a sacar el pasaporte. Nunca pensé que me iría del país'. Pero este año se dio cuenta de que era mayor para algunos trabajos. 'Tengo una nena de dos años y mi mujer trabaja. Yo pago 300 pesos (58.500 pesetas) de alquiler, más luz, gas, comida, ropa... Este año pensaba irme de cualquier manera', asegura. 'Me presenté como a tantas otras cosas, pensando que no iba a pasar nada. Uno aquí pierde la esperanza'. Ahora irá a la base de Torrejón de Ardoz (Madrid), a 300 kilómetros de su hermano Jaime.

Los cuatro se abrazan a las dos banderas. Uno dice: 'Yo voy a pensar en ésta cuando juremos por la otra'. Se abrigan con ellas y sonríen para la fotografía. Tienen ya en la mueca de la risa ese toque de melancolía de los emigrantes.

Cuatro argentinos que ingresarán mañana en la Fuerzas Armadas posan en Buenos Aires.
Cuatro argentinos que ingresarán mañana en la Fuerzas Armadas posan en Buenos Aires.M. M. CREMONA

Un ejército de oídas

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