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VEREDICTO: NO CULPABLE

Un largo calvario para una historia de crimen, venganza y celos

El 27 de octubre del año 1995, entre las seis y las siete de la tarde, la vida del español Joaquín José Martínez cambió por completo. Pero él no lo sabía. Creía entonces que el mayor problema al que se enfrentaba era su agrio divorcio de Sloane Millian, la madre de sus dos hijas.

Esa tarde -aunque ahora se ha sabido que el crimen tal vez ocurrió el 28 o el 29 de octubre- alguién asesinó a un antiguo compañero suyo de trabajo con el que apenas tenía relación, Douglas R. Lawson, y su novia, Sherrie McCoy-Ward. El doble asesinato conmocionó al condado de Hillsborough por el ensañamiento del criminal que había cosido a puñaladas a la mujer tras acabar a tiros con la vida del hombre. Fue durante días la apertura de los informativos de televisión locales, porque no se trataba sólo de un crimen horrendo sino del asesinato del hijo de un conocido e influyente policía local.

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A medida que pasaban los días, iba aumentando la presión en la Oficina del Sheriff por encontrar a un culpable, pero no había arma homicida, ni testigos directos, ni huellas, ni motivo, ni sospechosos.

El detective Conigliaro se encontró durante semanas en un callejón al que vio salida a fines de diciembre, cuando una mujer le llamó para decirle que sospechaba de su marido como el autor del doble crimen.

Joaquín, que en ese momento vivía con otra mujer, seguía ajeno a lo que se le venía encima. Durante una de las visitas al ex hogar familiar, Sloane consintió que la policía grabara el encuentro durante el cual ella le increpaba con frases incriminatorias sobre el crimen. Ésa fue la primera pista que tuvo Joaquín de que algo nefasto se le venía encima. ¿A qué venía esa desesperación por acusarle de un crimen que salía en las noticias?, se preguntaba intrigado él.

Poco después de las Navidades se despejaron todas las dudas. La policía lo detuvo por el asesinato de Lawson y McCoy y empezó el largo calvario que acabó ayer en Tampa con su absolución.

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