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Jean Schalekamp publica las memorias de un hedonista torturado por la culpa

Pérez-Reverte destaca la lucidez y el humor del traductor holandés

El acto se celebró en la Fundación Carlos de Amberes, un foro que acoge a escritores en unas veladas literarias muy concurridas. Allí llegaron anoche puntualísimos Schalekamp y Pérez-Reverte dispuestos a leer y comentar algunos fragmentos de este libro que el autor español definió como 'una novela llena de humor, escrita por un fulano que ha engañado, robado y vivido, por un hereje lúcido que es capaz de narrar la soledad, la ternura, la tristeza y el fantasma de la muerte desde dentro'.

Schalekamp, un atractivo, flaco y bronceado joven de 74 años, se declaró simplemente como un 'anticalvinista torturado por la culpa calvinista (tanto que si no me sintiera culpable, me sentiría culpable de no sentirme culpable)', y para demostrarlo leyó un fragmento del capítulo titulado Soy una bestia en lo más hondo de mis pensamientos, en el que fantasea con un 'cielo lleno de platos exquisitos, vinos que nunca me pude permitir, camas redondas y bañeras también redondas donde seis angelitas en minifalda me hacen masaje-relax, orgasmos múltiples y prolongados, cafés y cruasanes recién hechos, libros, películas y una orquesta que toca barroco, jazz y música contemporánea'.

Lo malo, añadió luego, es que después de esta fantasía siempre viene la dura realidad: 'Un infierno donde te atan de pies y manos y te ponen una ventanilla para mirar pero no tocar todos esos placeres'.

Dios sobornable

El contraste entre el disfrutón y el sufridor es asunto que no atañe a Pérez-Reverte, pues, según afirmó, 'nuestro Dios es un Dios sobornable, corrupto, al que se compra con misas, confesiones e indulgencias, mientras que el Dios de mi amigo es un Dios serio, riguroso, firme, que sólo ve con buenos ojos que sus fieles ganen dinero'.

Todo transcurrió en este tono de humor y colegueo. Pérez- Reverte dijo que sobre todo agradece al traductor de El sol de Breda que la edad no le haya vuelto tolerante, amable, condescendiente: 'Sigue siendo el mismo hijo de puta que cuando tenía 20 años. La vida no le ha ablandado, y cuando mira, sabe. Las canas y las arrugas le ayudan a comprender, pero sigue siendo valiente. De hecho, cuenta cosas de él mismo que yo jamás me atrevería a contar'.

Para terminar, Pérez-Reverte hizo una pequeña entrevista al autor de Sin tiempo para morir, salpicada con jugosas lecturas de algunos pasajes del libro:

-¿Te has desnudado lo suficiente, Jean?

-Bueno, eso es relativo. Siempre me dejo el reloj de pulsera puesto. Siempre quedan algunas cosas. Si no, me parece que el libro sería insufrible.

-Dices en el libro que todo era más fácil antes porque había buenos y cabrones, y que ahora todo es más difícil porque sólo hay caos y cabrones.

-Es que ahora todo es increíblemente complicado. Ahora es imposible saber con quién vamos, por quién tomar partido. Desde niño, además, no he hecho otra cosa que dudar. Pero hoy todo es más difícil. Mira las guerras del África negra. ¿Tú con quién irías?

-Nunca ganan los buenos...

-No, no ganan casi nunca. Y lo peor es que la política, cada vez más, tiene menos que decir.

-¿Dónde está el consuelo entonces?

-Los que no lo encontramos en la religión, debemos buscarlo en otras sectas, la política, el juego, la literatura... Pero creo que, dentro de 500 millones de años, el hombre no necesitará curas ni religiones y se valdrá por sí mismo.

Arturo Pérez-Reverte y Jean Schalekamp, ayer en Madrid.
Arturo Pérez-Reverte y Jean Schalekamp, ayer en Madrid.BERNARDO PÉREZ

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