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Elecciones en el País Vasco

El auge de la cultura de la violencia aturde a la sociedad vasca

'En mi centro somos unos 30 profesores, pero sólo 4 o 5 paramos 15 minutos tras los asesinatos'Los responsables de la educación de los jóvenes se preguntan sobre los fallos del sistema

'¿Cómo es posible', dicen, 'que una organización de las características criminales y desestabilizadoras de ETA disponga todavía de tantos apoyos, mantenga un conflicto político de semejante envergadura en una región desarrollada que disfruta de una renta per cápita similar a la de la media europea y de una autonomía tan amplia?'.

Su perplejidad no es muy diferente a la de tantos ciudadanos españoles y vascos. Muchas de sus preguntas enlazan, de hecho, con los interrogantes que penden sobre el futuro próximo de Euskadi. '¿Por qué los nuevos jóvenes de ETA que llegaron al mundo ya en la democracia y la autonomía vasca exhiben una crueldad tan extrema, buscan el terror y el exterminio del adversario político?'. Sea cual sea el veredicto de las urnas, el Gobierno vasco resultante no podrá aplazar por más tiempo la necesidad de abordar seriamente el anacronismo salvaje de la pervivencia y reproducción sin fin de la ideología de la violencia, tendrá que resolver coherentemente este asunto de la perplejidad, dar respuesta a algunas preguntas claves.

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¿El sistema político y educativo prepara efectivamente a los jóvenes vascos para hacer frente a la intolerancia ideológica y cultural, les vacuna contra el intento de imponer por la violencia un determinado proyecto político, les forma en la defensa activa de la pluralidad y de los derechos humanos? ¿Responde adecuadamente a las exigencias actuales de una sociedad amenazada como la vasca, contribuye a forjar ciudadanos responsables y libres o, por el contrario, hace dejación de sus responsabilidades, facilita pasivamente el solapamiento de los problemas y la infiltración ideológica de quienes justifican el terrorismo y, o, defienden un nacionalismo excluyente?

'El departamento de Educación no ha establecido nunca normas dirigidas a estimular el compromiso contra la violencia, aunque la tolerancia es un objetivo enunciado en los programas. En la práctica, todo depende de la ideología predominante en los centros y, naturalmente, de nuestra actitud personal', afirman varios profesores. 'En mi centro', apunta una profesora de Historia de una ikastola pública guipuzcoana, 'somos una treintena larga de profesores, pero sólo 4 o 5 hacemos el paro de 15 minutos tras los asesinatos. Así es difícil dar referencias morales a los alumnos', indica.

Profesores con amplia experiencia docente destacan la escasa presencia en determinados libros de texto, no en todos, de los fenómenos del fascismo, el nazismo y el estalinismo. Echan de menos un tratamiento específico sobre los peligros del nacionalismo radical, excluyente. 'Es ridículo', apunta uno de ellos, 'que el capítulo de los felices años veinte, por ejemplo, tenga más importancia que el conjunto de las ideologías totalitarias, que no se plantee seriamente el tema, cuando ahora y aquí, en Euskadi, estas lecciones podrían aclarar las ideas a tanto alumno despistado y confuso'. En su opinión, un profesor responsable está hoy particularmente obligado a completar por su cuenta la formación de sus alumnos. 'Hay muchos compañeros que no quieren problemas con los chavales organizados en Ikasle Abertzaleak (Alumnos Patriotas) y se largan de clase en cuanto aparece el primer panfleto. No quieren ser acusados, como ya me ha pasado a mí, de dar la Historia desde un punto de vista extranjero'. Hay casos similares que muestran que exigir militancia en este terreno a los profesores puede resultar un encargo excesivo. 'A mí me sacaron pasquines con mi nombre y mi teléfono simplemente porque les confirmé que habían perdido la votación de convocatoria de huelga', señala una jefa de estudios.

Las dudas razonables sobre la bondad del sistema educativo vasco y las certezas retenidas durante largos años han empezado a aflorar ya en esta frustrada legislatura, a la vista de esa nueva generación de jóvenes que ha tomado las riendas de ETA y de la violencia callejera. ¿Qué es lo que ha hecho o dejado de hacer, pues, el sistema para que, tras dos décadas de autonomía, surja un prototipo de joven fanático que considera 'cien por cien legítimo' el asesinato de los concejales y cargos políticos de los partidos no nacionalistas? ¿Cómo es posible que miles de adolescentes y jóvenes sigan participando en los actos de Haika -la heredera de Jarrai-; que una organización semejante, la única verdaderamente existente como tal entre la juventud vasca, conserve su capacidad de arrastre, siga manipulando a los adolescentes, bien encapuchada bajo los valores de la pretendida rebeldía juvenil ante 'la opresión'?

La dinámica que el sistema ETA despliega para su autoalimentación y la asimilación de ese porcentaje de jóvenes que en otras latitudes estaría con los skin head o con otros grupos de delincuencia social violenta no explica, obviamente, todo el problema. Como tampoco lo explican, aunque su incidencia en una situación de crisis como la vasca parezca también evidentes, la extrema laxitud de algunos comportamientos familiares y sociales, la falta de referencias, de exigencia de responsabilidades, que hace que los jóvenes violentos se consideren sujetos de derechos, pero no de deberes, que ignoren el verdadero alcance de sus actos, que confundan una sanción más bien benigna con una represión intolerable.

Tal y como la cuentan algunos, la historia de Euskadi sería un todo continuo marcado por la esencia del ser vasco y por la lucha permanente de la independencia. 'Hay compañeros de claustro que fomentan una visión irreal de Euskadi, que explican las guerras carlistas y la guerra civil como el enfrentamiento entre vascos y españoles, que hacen prevalecer lo que se quiere llegar a ser por encima de lo que se es', apunta un profesor. 'Y luego, claro está', subraya, 'tenemos el mapa de las siete provincias, que incluye a Navarra y al País Vasco francés, y que está omnipresente en todos los libros de texto, en las enciclopedias y en la televisión pública, ligado al propósito permanente de difuminar, vadear, la cuestión de España. Se enseña poco la realidad política y administrativa de la Comunidad Autónoma Vasca, la Euskadi del Estatuto y de hecho', afirma.

No es casual, desde luego, que las centrales nacionalistas LAB y ELA ostenten el 100% de la representación del profesorado de las ikastolas privadas. Son microcosmos de monocultivo nacionalista, como esos pequeños municipios donde no existen más partidos que el PNV y EH. Revistas dirigidas a un público infantil y juvenil como Kili Kili, donde el fundamentalismo aranista se da la mano con la ideología victimista y violenta, prueban, a su vez, elocuentemente, la persistencia del integrismo y del antiespañolismo racial. 'Los vascos que hablan en castellano son españoles', 'nuestra sangre no se ve, nuestras viejas leyes hoy no lo son, pero nuestra lengua, el euskara, se escucha', 'eso es lo que los españoles que nos aprisionan no quieren escuchar, si mantenemos el euskara seremos pueblo y lograremos la independencia, pero... aunque logremos la independencia, si perdemos el euskara, será en vano, pues no seremos nosotros', son desde hace años las proclamas movilizadoras de esta publicación subvencionada con el dinero público.

La galería de escritores euskaldunes consagrados en los libros de texto y en las enciclopedias incluyen a un buen número de autores vinculados a esas posiciones. Hasta Mikel Albisu, Mikel Antza, el presunto jefe máximo de ETA en la actualidad, cuenta con una plaza de honor en la enciclopedia Euskal kultura gaur (La cultura vasca hoy) a cuento de algunas obritas de su primera juventud. El mundo de la enseñanza, la producción y difusión en euskara está lejos, todavía, de haber hecho su verdadera catarsis, pero resulta probablemente erróneo cargar sobre las ikastolas y la educación en general las carencias que, probablemente, nacen del propio discurso político de deslegitimación del Estado, de las contradicciones internas del nacionalismo no violento que dice no compartir los medios de ETA, pero sí los fines; de las maniobras dirigidas a neutralizar la rebelión ciudadana, del fomento desde el poder y sus aledaños de un sentimiento melancólico de lo vasco, agónico, permanentemente agraviado.

Más que en los contenidos educativos en sí, el problema mayor parece residir hoy en las carencias mismas del sistema, en la falta de una educación en mayúsculas efectivamente comprometida en la defensa de los derechos individuales, de la libertad y de la vida, de la pluralidad gozosa de la sociedad vasca, en la pelea por desmantelar los subterfugios en los que anida la ideología violenta. Y es que en Euskadi, esa tarea ha estado durante todos estos años instalada en el ámbito exclusivamente moral, del testimonio, bajo la impregnación religiosa, mucho más que en plano de la política consecuente. 'Se educa a los jóvenes a ser buenos vascos, casi siempre en clave nacionalista, pero no a ser buenos ciudadanos', resume un profesor.

Concentración de estudiantes pacifistas en el instituto de Beasain.
Concentración de estudiantes pacifistas en el instituto de Beasain.JESÚS URIARTE

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