Lo que no se ve también impacta
En Cataluña cerca del 30% de las líneas eléctricas de Fecsa-Endesa son subterráneas. A medida que el grado de urbanización del territorio va incrementándose, y con el creciente desarrollo del nivel económico, en las zonas urbanas este porcentaje tendrá tendencia a aumentar. Este elevado nivel de soterramiento se produce a pesar de que el modelo de retribución (es decir, el que determina los ingresos de las empresas distribuidoras por parte del Gobierno) no tiene en cuenta el sobrecoste que comporta. Las empresas distribuidoras no tienen capacidad para dar una respuesta satisfactoria a toda la demanda social de soterramiento. Serían necesarios más de 20 billones de pesetas para soterrar todas las líneas eléctricas de España.
Tal vez, con la complicidad de todos, Administración central, autonómica y local, promotores, clientes y empresas eléctricas, toda la masa social en suma, podrá irse avanzando en este camino. El soterramiento de líneas eléctricas reduce el impacto visual y revaloriza el suelo afectado. Sin embargo, presenta una serie de inconvenientes, como el incremento del coste y unas soluciones técnicas más complejas e incluso inviables en ciertos casos.
Igualmente, hay que tener en cuenta que lo que no se ve también impacta. En la red subterránea hay un mayor consumo de materias primas (doble cantidad de cobre o aluminio, los mismos kilos de plástico -no reciclable- que de acero en las líneas aéreas), un mayor impacto en el proceso de construcción (40 veces más de materiales de relleno de zanjas, apertura de calzadas y aceras), menor posibilidad de reciclaje de materiales y una mayor generación de residuos (aceites de máquinas y aislante, lubrificantes...), así como problemas de desecación de terrenos.
Si bien es cierto que en las líneas soterradas las posibilidades de incidencia son menores, el coste y el tiempo de localización y reparación de las averías puede ser mayor, con el consiguiente perjuicio para los clientes.
Tampoco se puede obviar la magnitud económica del problema. En general, la solución subterránea tiene un coste entre 4 y 10 veces superior al de la tradicional línea aérea.
Andreu Rotger es director de Distribución de Fecsa-Endesa
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