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El nuevo mapa eólico prohibirá los molinos en los futuros parques naturales

Medio Ambiente cerrará el proyecto en mayo

La razón de esta medida es que la Generalitat prevé crear tres nuevos parques naturales en Tarragona, que beneficiarán a las montañas de Prades, la sierra del Montsant y los Ports de Tortosa-Beseit. Por consiguiente, el nuevo mapa eólico incluirá la delimitación de estas futuras áreas protegidas para mantenerlas al margen de los aerogeneradores. Fuentes de Medio Ambiente comentan que esta voluntad responde a las presiones contrarias cosechadas por el mapa eólico anterior más que a un convencimiento del propio departamento, para quien los aprovechamientos eólicos se pueden compatibilizar con la protección de los espacios naturales.

Con esta iniciativa, Medio Ambiente intenta contrarrestar una de las críticas de que ha sido objeto: la casi inexistencia de espacios protegidos en el interior de la provincia de Tarragona. Según la Institució Catalana d'Història Natural (ICHN), de las 143.000 hectáreas protegidas en el interior de Cataluña mediante figuras de protección alta o espacios de protección especial, solamente un 2% se encuentra en las comarcas de Tarragona. Se trata de las 2.400 hectáreas del paraje natural de interés nacional de Poblet, más las 900 de dos pequeñas reservas naturales parciales en las montañas de Prades.

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La protección de las montañas de Prades, Montsant y Beseit pretende conciliar intereses. Por un lado, aliviará la falta de espacios protegidos en el sur de Cataluña. Y por otro, aun preservando estas tres áreas, siguen quedando extensas zonas montañosas en Tarragona en las que implantar aerogeneradores: las sierras de Miramar, Comaverd, Brufaganya, Queralt, Ancosa y Montmell, al norte de Montblanc. Y, más al sur, los extensos núcleos orográficos de las sierras de Tivissa, Vandellós, Llaberia, Colldejou, Cardó, Boix, Pàndols, Cavalls i el Montsià, más otras muchas elevaciones menores y sus contrafuertes.

¿Logrará esta nueva versión del mapa eólico acallar las críticas recibidas por el anterior? La cuestión se presenta complicada, máxime cuando a las voces de protesta se han sumado, esta vez, los habitualmente discretos círculos científicos.

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Oposición científica

Una de las entidades que se han mostrado contrarias al primer proyecto ha sido la Institució Catalana d'Història Natural. El hecho es significativo por cuanto la Institució es una centenaria entidad científica, filial del Institut d'Estudis Catalans, cuyo objetivo es el estudio de los sistemas naturales. Sus cerca de 1.000 miembros son investigadores, estudiosos, profesores y catedráticos universitarios. O sea, se trata de algo bastante alejado de una entidad reivindicativa que, sin embargo, no ha tenido inconveniente en titular como sigue el editorial del número 33 de su boletín: El decreto de la energía eólica pone en peligro todos los espacios naturales del sur de Cataluña. En el texto pueden leerse afirmaciones como que 'si en el país faltan espacios naturales protegidos, las comarcas de Tarragona prácticamente no los tienen', temiéndose que 'a partir de ahora, en Cataluña, los espacios naturales que aún no han sido declarados parques naturales, como los Pirineos, están incluidos para adecuar los emplazamientos de energia eólica'. El editorial de la ICHN también cita la existencia de 'un informe, elaborado por los mismos técnicos del Departamento de Medio Ambiente, que se ha ocultado, y en el que se desaconseja la ubicación de centrales eólicas en espacios de interés natural'.

Josep Germain, experto en biodiversidad y conservación y miembro de la junta directiva de la ICHN, explica cómo 'en el mapa de implantación eólica que defendió la Generalitat, las comarcas de Tarragona dibujaban un mosaico fragmentado de áreas de pequeño tamaño, de manera que en unas era posible y en otras estaba prohibida -o condicionada- la implantación eólica. Hoy en día se considera imprescindible aumentar la interconectividad de los espacios naturales, y lo que permitía el mapa eólico era lo contrario, subdividiendo el territorio en fragmentos más pequeños, transformando pequeñas islas en microarchipiélagos'. Germain cree que si el nuevo mapa eólico se limita a proteger tres espacios pero manteniendo la subdivisión del resto de áreas naturales, poco se habrá mejorado respecto a la situación anterior.

Uno de los aspectos que centra las críticas de los naturalistas es el impacto de la construcción de parques eólicos. A juicio de Germain, el impacto va a ser muy considerable si se considera la cantidad de viales que hay que construir para permitir el acceso de maquinaria pesada a zonas de geografía abrupta. Ello es particularmente preocupante en las sierras prelitorales de Tarragona, puesto que acostumbran a presentar pendientes muy fuertes y suelos muy débiles, por lo que los efectos erosivos pueden ser muy notables. También hay que computar el impacto de la instalación de las centrales transformadoras que acompañan a cada instalación eólica, y de las líneas de alta tensión que deben conectar cada parque eólico a la red, y que a su vez precisan de la construcción de más viales para poder emplazar las torres eléctricas.

Imagen del parque eólico de El Perelló, en Tarragona.
Imagen del parque eólico de El Perelló, en Tarragona.JOSEP LLUÍS SELLART

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