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LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO

El terrorismo enturbia las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia católica

Los obispos achacan al PP el bulo de que Rouco preparaba la excomunión de ETA

El juez Baltasar Garzón promueve la ilegalización del brazo político de ETA y el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, convence a los obispos de que hay que excomulgar a los terroristas. Demasiado hermoso para ser exacto. Pero esa era la estrategia armada en los despachos del Gobierno y del PP para sumar una pieza más a su política antiterrorista. Según la versión que ofrece a EL PAÍS un sacerdote cercano a Rouco, el presidente José María Aznar, 'ni como jefe del Ejecutivo ni como líder del partido, pudo entender que el cardenal se estaba comprometiendo a semejante cosa cuando almorzaron juntos hace algunas semanas. No lo hizo ni como arzobispo de Madrid ni como presidente de la Conferencia Episcopal. Es disparatado imaginar una cosa así'.

Aznar tiene enojados a los prelados por aplazar una y otra vez media docena de reclamaciones
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El almuerzo del presidente de los obispos con Aznar se produjo el pasado 20 de marzo en el palacio de La Moncloa, a donde el cardenal llegó temprano en el mediodía para despachar en sigilo una apretada agenda de reproches mutuos. Los obispos llevaban semanas criticando severamente la política de inmigración del Ejecutivo, se habían negado a firmar el pacto antiterrorista suscrito por el PP y el PSOE un mes antes, y se manifestaban partidarios de no excluir el diálogo para resolver el conflicto vasco, en las antípodas de las tesis del Gobierno. A cambio, Aznar tiene enojados a los prelados por aplazar una y otra vez la solución de media docena de reclamaciones eclesiásticas, en especial el cambio radical de los mecanismos de financiación de la Iglesia que les libre del bochorno de la casilla x en las declaraciones de la renta -el Estado entrega a la Iglesia católica este año 22.000 millones de pesetas a cuenta de una recaudación mediante el IRPF que no llega a la mitad de esa cantidad-, y también por dar largas a la aprobación de un nuevo decreto sobre la clase de religión en los colegios públicos.

El origen de la filtración

La guinda del desencuentro, aparte las declaraciones subidas de tono en uno y otro lado, que algunos medios de comunicación afines a Aznar magnificaban -'sin recato y con improperios desconocidos desde que se inició la transición', dice un obispo-, se escenificó la noche del 15 de marzo cuando el Gobierno hizo el vacío al cardenal durante la conferencia-cena que éste ofreció en el club Siglo XXI.

Si en el almuerzo de Rouco con Aznar no había orden del día, tampoco hubo compromisos, más allá de un diálogo para ver cómo solucionar asuntos de 'recíproco interés', explican en la Conferencia Episcopal. Por eso ha sorprendido tanto a los obispos, hasta 'la desolación', el que desde el PP o desde el Gobierno -varios prelados dan por sentado que las filtraciones tienen esa procedencia-, se diga ahora que también se habló de una hipotética excomunión de terroristas, que Rouco estaría dispuesto a promover durante la asamblea plenaria que los obispos inician el próximo día 23 en Madrid.

La versión que atribuye las filtraciones al entorno de Aznar es interesada, pero es seguro que los menos favorecidos en esta polémica son los obispos y, sobre todo, el cardenal Rouco. También hay hechos irrefutables: en el borrador del orden del día de la inminente plenaria episcopal no figura debate alguno sobre el anteproyecto de decreto de excomunión, que las filtraciones atribuyen a Rouco, pero cuya mera existencia niega éste.

En la terminología teatral, los actores llaman 'meterse en un jardín' cuando lo que dicen en un determinado momento, fuera del texto predeterminado, produce consecuencias contrarias a las previstas. Eso es lo que viene ocurriéndole a la jerarquía católica en los últimos meses. Su condena del terrorismo es tajante, pero cada día aparece más difusa, según algunos de sus seguidores. 'Va a ser una Semana Santa horrible', pronosticó el lunes un joven sacerdote de Madrid después de comprobar que la inmensa mayoría de los medios de comunicación había seguido 'la liebre de la excomunión'.

La noticia apareció primero, el Domingo de Ramos, en el diario El Mundo, y el sacerdote dice que dudó siempre de su veracidad. 'Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Después de lo que llovió hace dos meses, ahora esto. No acabo de entenderlo', se lamentaba a la misma hora en que la jerarquía ultimaba, en la Casa de la Iglesia de la calle de Añastro, en Madrid, la redacción de un tardío comunicado de 20 líneas, que llegó a los periódicos a la hora del ángelus.

En apenas un mes, la Conferencia Episcopal se veía obligada por tercera vez, como en las negaciones de San Pedro, a rectificar y replicar sin contemplaciones a quienes afirman que los obispos deberían comprometerse más en la batalla de la sociedad española contra ETA. Así que la desolación era palpable en la Casa de la Iglesia, donde el lunes pasado la oficina de comunicación despachó requerimientos de televisiones, radios y periódicos de Alemania, Italia, Noruega y Francia, y de incontables países americanos. 'Hay un gran alboroto, sí', reconocía un funcionario.

Los comentarios en algunas oficinas de prensa diocesanas no dejaban lugar a dudas. La Iglesia se había vuelto a meter en un jardín y el cardenal Rouco tenía alguna responsabilidad. Nadie parecía entender los mecanismos por los que se había llegado a semejante situación embarazosa, pero resultaba evidente que las consecuencias de lo publicado en El Mundo no las resolvería un desmentido.

Ningún obispo achaca a Rouco el tropiezo de la excomunión. Pero la fineza diplomática del cardenal como líder de la Iglesia española queda en entredicho. Nadie explica a quien favorecerá la situación, pero sí que la Iglesia y Rouco son hoy más vulnerables.

El cardenal Rouco (izquierda) conversa con el arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, en septiembre de 1997.
El cardenal Rouco (izquierda) conversa con el arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, en septiembre de 1997.EFE

Los prelados perplejos

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