Rouco advierte de que quienes colaboran con ETA "no merecen el nombre de cristianos"
En su primera asamblea plenaria la Conferencia Episcopal apela a la obligacion moral para erradicar el terrorismo
Al comienzo del pleno, Rouco ha hecho referencia al "gravísimo" problema del terrorismo que "ha sido y es una de las constantes preocupaciones de los pastores de la Iglesia en España desde que hiciera su triste aparición entre nosotros hace ya más de treinta años".
Rouco ha reiterado que no es lícito colaborar de ningún modo con ETA ni con su entorno. "Quienes lo hicieran no merecerían el nombre de Cristianos", ha agregado. En este sentido ha apelado a la obligación moral para colaborar con "todos los hombres de buena voluntad" en la protección de los amenazados y en la erradicación de los crímenes terroristas.
El cardenal y arzobispo de Madrid ha puesto de manifiesto la complejidad de la sociedad y la importancia de sus instituciones políticas "en orden al reconocimiento efectivo de la dignidad humana, de sus derechos fundamentales y, en definitiva de la consecución del bien común en un marco de justicia social y de solidaridad con los más débiles".
En este sentido el prelado ha añadido que "cada día está más claro que la sociedad e incluso la comunidad política no se reducen a las estructuras del Estado, nique el valor moral de la autoridad en la sociedad y en la comunidad política se encuentre sólo en la autoridad que ejerce -y se ejerce- en el Estado".
Sobre los últimos sucesos que han sacudido la vida interna de la Iglesia y la polémica sobre la "tibieza" de los obispos en condenar el terrorismo, Rouco ha aludido a las descalificaciones y las acusaciones injustas. "Nos han dolido más el engaño y la confusión producidos entre los católicos y el intento de separarlos de sus pastores legítimos".
"Mucho más dolor han producido- ha manifestado- las informaciones y opiniones desorbitadas, y no pocas veces malevolentes e hipócritas, basadas en datos sacados de contexto relacionados con los tristísimos, pero contados, casos de abusos sexuales y perpetrados por unos cuantos clérigos en algunos lugares del sufrido y querido continente africano"
Tras señalar que la autoridad política y las instituciones públicas del Estado deben evitar "caer en formas laicistas de intolerancia religiosa", ha señalado que deben entender de modo positivo la aportación religiosa al bien común.
La libertad religiosa, ha indicado Rouco, "exige igualmente a los órganos del Estado y los partidos políticos no suplantar directa ni indirectamente el lugar de las instancias religiosas convirtiéndose indebidamente en supuestas fuentes de la moral y de las orientaciones antropológicas fundamentales de la vida social".
Enseñanza religiosa y crisis de la familia
Durante su discurso ante el Plenario de Obispos, el también arzobispo de Madrid ha afirmado que "no se debería demorar más" la regulación legal de la enseñanza de la religión en la escuela pública "de acuerdo con las normas pactadas con la Santa Sede en el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales".
En referencia a la situación de la familia en la sociedad actual el cardenal ha señalado que "en la crisis de la familia se halla una de las raíces más hondas de la crisis social, que se manifiesta luego en esos otros fenómenos que golpean de modo más llamativo y sangrante nuestra sensibilidad y nuestras vidas".
Para Rouco el camino emprendido por algunas comunidades autónomas "no es el buen camino. Búsquense soluciones, si es que no las hay ya, pero no se dé cauce legal a la confusión antropológica; no se enturbien aún más las fuentes de la verdadera humanidad".
El cardenal ha afirmado tajante que el bien común demanda precisamente lo contrario para el futuro de España: "una legislación más amiga del matrimonio".
La eutanasia también ha sido otros de los temas sometidos a examen en la primera Conferencia Episcopal que se celebra en 2001. A juicio de los prelados la legislación sobre la eutanasia, recientemente aprobada en Holanda, es "triste y dramática expresión de la deshumanización que deja indefensos, sobre todo, a los más débiles: a los niños, a los ancianos y a los discapacitados; sus vidas quedan al arbitrio de los más poderosos".
En alusión a las parejas de hecho, el cardenal dijo que "los problemas nuevos que determinadas costumbres pudieran plantear al legislador no pueden ser abordados con soluciones que pongan de algún modo en cuestión al matrimonio como institución configuradora de la familia y de la sociedad. Sería un gravísimo error".
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