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Entrevista:DAVID MAMET | DRAMATURGO Y CINEASTA

'En el teatro soy cruel; en el cine, un gatito'

No es que David Mamet haya dejado atrás su prestigiosa carrera de dramaturgo -los ganadores de un Premio Pulitzer no suelen hacerlo-, pero últimamente hay tantas probabilidades de encontrarle en una sala de cine como en Broadway.

En pocas palabras, Mamet ha pasado a ser alguien que cuenta en Hollywood, tanto cuando gana un montón de dinero escribiendo guiones para películas de gran presupuesto como Los Intocables de Elliot Ness (1987) y The edge (1997) como cuando es guionista y director de filmes extraños y de bajo presupuesto como Oleanna (1994) y The spanish prisoner (1997).

Su último filme, State and Main, estrenada en España el mes pasado, tiene un poco de ambos extremos. Su reparto incluye grandes nombres, pero al mismo tiempo es una punzada irreverente que aborda la corrupción, la vanidad y la codicia que parecen acompañar al mundo del cine.

'Nadie que sea ajeno al mundo del cine se creería lo que realmente ocurre en su interior'

Aun así, a sus 53 años, Mamet insiste en que no pretende criticar a una industria que le ha hecho más rico de lo que la mayoría de los dramaturgos no llamados Neil Simon podrían soñar. 'Recuerdo lo que Joe Mankiewicz le dijo a alguien que se quejaba de Hollywood -cuenta, riendo entre dientes-: 'Sí, no hay más que vernos, trabajando todos los días como esclavos por una mierda de fortuna'.

Esta comedia satírica sobre el impacto que causa un rodaje de gran presupuesto en un pintoresco pueblo de Nueva Inglaterra no es exactamente autobiográfica, pero Mamet reconoce que ha incluido aspectos de su experiencia en Tinseltown. 'He adaptado muchas de mis aventuras, sobre todo en lo que les ocurre al director y el escritor', explica.

En State and Main, el director (William H. Macy) intenta desesperadamente salvar su película, llena de problemas, mientras el escritor (Philip Seymour Hoffman) lucha contra los cambios diarios en su guión. Entretanto, el primero tiene que lidiar con un protagonista (Alec Baldwin) con debilidad por las adolescentes y una protagonista (Sarah Jessica Parker) que se niega a hacer una escena de desnudo fundamental para la película'.

A Mamet, que vive y trabaja en la costa Este, le encantó la idea del choque entre la locura de las presiones y las estrellas de Hollywood y la paz y tranquilidad de un pueblo.

'Me pareció la intersección entre dos culturas', afirma. 'La América rural y el mundo del espectáculo'.

El cineasta insiste en que, por absurdos que parezcan los giros y las vueltas del argumento de State and Main, no pueden compararse con los altibajos reales del rodaje de una película.

'Entre tomas, nos reuníamos para contarnos historias sobre las películas que habíamos hecho', recuerda. 'Eran mucho más extravagantes que cualquier cosa del guión. Nadie ajeno al mundo del cine se creería lo que ocurre en el interior de él. Aullábamos de risa cuando nos intercambiábamos nuestros relatos de terror, pero las personas de fuera no habrían captado la broma'.

'State and Main es más que una mera sátira del mundo del espectáculo, añade Mamet. Además es una comedia disparatada', y reconoce de buen grado la influencia del autor y director de la clásica Los viajes de Sullivan (1941) y otras películas.

'Bill Macy me dijo en una ocasión, cuando yo estaba pensando hacer una película sobre el carácter del universo: 'Idiota hijo de puta, fíjate en Preston Sturges; la gente quiere reírse'. Así que éste es mi homenaje. Quería reproducir el estilo de Preston, aquellas comedias de grupo'.

Ante el altar del dinero

'Es aquel viejo estilo absurdo', continúa. 'Son muchas las grandes comedias hechas con un sentimiento de grupo. Howard Hawks hizo unas cuantas, y Frank Capra también. Yo escribí varias para el teatro, antes de convertirme en un acólito depravado ante el altar del dinero'.

Como Sturges, Mamet cuenta con una 'compañía estable' de actores que aparecen repetidamente en sus películas; entre otros, Macy, Baldwin y la esposa del director, Rebecca Pidgeon.

'Preston sentó un buen ejemplo', dice Mamet. 'Además de tener unos guiones magníficos, empleaba la misma compañía de repertorio'.

'En State and Main todos son actores estupendos, y aportan lo que desea un director: se ofrecen a sí mismos', continúa. 'Sé que suena manido, pero es cierto. No quiero a un actor que se transforme, quiero a alguien que, en cierto modo, se convierta en el personaje. Ésos son los que le dan vida ante mis ojos: una fusión natural entre un buen guión y un actor nato. No dejo de recordar a Henry Fonda. Lo que daba, una y otra vez, era verdadero. Para mí, eso es una vocación muy superior al don de transformarse', dice.

Alec Baldwin es ese tipo de actor, afirma el director. 'A veces empezábamos una escena con él, yo miraba hacia otro lado y le oía hablar al fondo. Pensaba, ''¿he dicho acción?', porque Alec seguía contando chistes o haciendo lo que fuera que hacía entre tomas. Pero siempre estaba listo para la escena. Hacía que pareciera real'.

Normas conyugales

Dirigir a su mujer, reconoce Mamet, es un poco más delicado, pero merece la pena el esfuerzo. 'Rebecca es magnífica', asiente con una carcajada, 'y nos lo pasamos bien. Ahora bien, tenemos ciertas normas mínimas. Después de un día entero en el rodaje, vamos a casa y, si me hace una pregunta sobre una escena que vamos a rodar al día siguiente, a lo mejor le respondo, con suavidad: 'Si me lo preguntas otra vez, no vuelvo a dirigirte la palabra'.

Aunque Mamet se convirtió en una figura teatral con sus temas de clase obrera, airados y cáusticos, en obras llenas de obscenidades como American Buffalo (1976) y Glengarry Glen Ross (1984), reconoce que, con los años, se ha ido ablandando un poco.

'Me pagaban para que fuera cruel y depravado', explica. 'Ésa es una de las cosas buenas del teatro, uno puede examinar sus sentimientos antisociales. Ahora, la verdad, soy un gatito. Posiblemente era tan egoísta y grosero como la gente respecto a la que me sentía superior, pero ahora me he moderado'.

Él reconoce que se siente adicto a Hollywood, aunque tampoco puede desprenderse de sus raíces teatrales.

'Recuerdo estar sentado en una sala y contemplar en la pantalla el primer guión de cine que hice, para El cartero siempre llama dos veces (1981). Pensé que le faltaba la inmediatez del teatro'.

'Sigue sin haber en el mundo una emoción semejante a la de ver tu obra representada en el teatro', asegura David Mamet. 'Si es divertida, se oye reír a los espectadores. Si es triste, se les ve llorar. No hay nada parecido a unos actores sobre un escenario. Eso es lo que falta en el cine; no hay un acontecimiento nuevo y distinto cada noche'.

'Pero ambos medios tienen una cosa que es la misma: se trata de obtener el mejor guión y los mejores actores posibles, y luego dejar que las cosas sigan su curso natural', concluye.

© The New York Times

David Mamet (izquierda), con el actor Alec Baldwin, durante el rodaje de <i>State and Main</i>.
David Mamet (izquierda), con el actor Alec Baldwin, durante el rodaje de State and Main.

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