'Ecotasa' balear
Apenas sorprende que el Partido Popular de Baleares, que favoreció un desarrollismo urbanístico a ultranza durante su larga etapa de gobierno en las islas, haya votado en contra de la ecotasa -cobro de un euro de media (166 pesetas) al turista por día de estancia-aprobada por el Parlamento balear. Sorprende más que el sector hotelero, que vive de la gallina de oro del turismo, se oponga a un impuesto destinado específicamente a evitar que su desarrollo produzca daños irreparables a la naturaleza y al medio ambiente. En Baleares, más que en ninguna otra zona de España, se impone la necesidad de un turismo sostenible que contemple el medio y largo plazo y se preocupe de que el pan de hoy no suponga el hambre de mañana.
De manera reiterada, las estadísticas colocan a Baleares en el primer lugar del turismo español, tanto en número de turistas como de ingresos. Once millones y un billón de pesetas, respectivamente, en 2000. La industria turística monopoliza el 85% de la actividad económica regional. Se deduce fácilmente el riesgo que corre esa actividad de quedar irreversiblemente dañada por una densidad turística agravada por lo limitado del territorio. Si no choca que los fumadores contribuyan con impuestos especiales sobre el tabaco a sufragar los costes que ocasiona a la sanidad pública, tampoco debe asombrar que el turismo ayude financieramente a recomponer el deterioro que provoca en el medio ambiente. A ese fin se destinarán los 12.000 millones de pesetas que Baleares espera obtener con la ecotasa. No se ve, pues, la concurrencia de este impuesto especial con el IVA que algunos se han apresurado a denunciar.
El Gobierno se ha limitado a señalar que estudiará si se trata de una doble imposición fiscal para recurrirla, en su caso, ante el Constitucional. Mejor sería que el acierto o no de la ecotasa -un impuesto coherente con la corresponsabilidad fiscal que el Gobierno predica para las autonomías- se dejara al juicio del electorado balear. De momento, el tributo ecoturístico ha logrado un amplio apoyo ciudadano en Baleares. El sector hotelero y el PP balear lo descalifican ahora, pero empresarios turísticos de Menorca lo reivindicaron en 1999 y fue un Gobierno de este partido en Baleares el que lanzó la primera idea de un impuesto a turistas a mediados de los años ochenta. El que un Gobierno de distinto color político la ponga en práctica no basta para descalificarla.
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