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Peter Cattaneo, director de 'Full Monty', insiste con otra comedia musical

'Lucky break' narra una historia de evasión y fantasía entre las paredes de una prisión

El cineasta se considera 'afortunado' de haber participado en la creación de una película que se convirtió en un fenómeno social y que, desde su estreno en 1997 en el Festival de Sundance ha recaudado más de 220 millones de dólares (casi 40.000 millones de pesetas). 'Es un género divertido y, a la vez, eterno. No hay comedia más antigua que la que explora el cambio de las funciones sexuales. En la obra de Shakespeare es material recurrente y estaba claro que Full Monty iba a ser muy divertida', cuenta.

Mucho ha llovido desde entonces. Pero Cattaneo no tiene prisa en probarse por segunda vez. No es la tónica habitual. Simon Beaufoy, guionista de Full Monty, ha escrito desde entonces la base de otras tres películas y Sam Mendes regresó al teatro tras la revolución en crítica y taquilla de American Beauty, y rueda ya un segundo filme, The Road to Perdition. 'La demora es una decisión mía. Siempre he sido muy cauteloso y con tanta presión me resultó difícil elegir el siguiente proyecto', afirma este realizador treinteañero que dejó plantado a su grupo de rock al enamorarse de las cámaras de vídeo y cine tras su paso por la Universidad de Leeds, su ciudad natal al norte de Inglaterra.

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Lucky break aún no está terminada, faltan algunos retoques a la copia final de la película pero las pruebas de mercadotecnia auguran buenos resultados. 'Hemos tenido respuestas buenas. A la gente le gusta, se divierte', adelanta. La película comparte terreno con su predecesora en al menos dos aspectos: la música juega un papel dominante y el ambiente es básicamente masculino. Los personajes son, esta vez, un grupo de reclusos que montan un musical como ardiz para escaparse de la cárcel.

Entre el panel de actores se encuentran joyas del cine y teatro, británico e internacional, como Timothy Spall, Christopher Plummer y James Nebitt, pero ninguna superestrella de Hollywood. 'Desde Full Monty, la ausencia de figuras hollywoodenses no es obstáculo para lograr la financiación de un filme', señala restando importancia a su contribución en la caída de barreras artísticas en una industria dominada por capital estadounidense.

En Lucky break, Cattaneo indaga en la necesidad del ser humano de fantasear. 'La ironía reside en combinar ambas ideas: la huida de la cárcel y la fantasía de los musicales. Las prisiones son espacios particularmente desagradables, claustrofóbicos, y los reclusos deben hacer un mayor esfuerzo para escapar. Unos lo intentan a través de la religión, otros fumando marihuana y algunos creando un mundo de fantasía y de esperanza como sólo se dan en los musicales'. El realizador intenta recuperar la herencia de las comedias de Ealing, los míticos estudios londinenses que triunfaron internacionalmente en los años cuarenta y cincuenta y a los que regresó para rodar su segundo largometraje. 'Giran en torno a una premisa cómica central y la historia se desarrolla gentilmente sin pretender provocar una carcajada continua. Pero la gente idealiza demasiado las Ealing comedies, y Lucky break se nutre también de otras tradiciones de la cultura inglesa: los humoristas de pubs y tabernas o las comedias de televisión que me acompañan desde niño'.

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