Una flota con pies de barro
Dos terceras partes de las capturas españolas dependen de caladeros internacionales o de terceros países
España, con una demanda de más de cuarenta kilos por persona y año, es uno de los principales consumidores de pescado del mundo. Dispone de la flota más importante de la Unión Europea (UE), con más de 17.000 embarcaciones y unas capturas de 1,4 millones de toneladas. Pero, frente a estos puntos fuertes, hay otros más negativos. España tiene que importar anualmente 1,3 millones de toneladas de productos de la pesca. Los caladeros nacionales ofrecen escasas posibilidades para las capturas de la flota y dos terceras partes de la pesca desembarcada se obtienen en caladeros exteriores gracias a los acuerdos suscritos por la UE. La conclusión: se trata de una flota potente, pero totalmente dependiente de aguas externas, donde Marruecos es sólo una parte.
La existencia de una fuerte demanda de pescado en España, con un consumidor dispuesto a pagar precios elevados, y las escasas posibilidades de capturas en los caladeros nacionales convirtieron al país, hace ya algunas décadas, en uno de los pioneros en la búsqueda de caladeros alternativos. Desde entonces se han suscrito una veintena de acuerdos, que en 1986 fueron asumidos por Bruselas, con los países con mayores recursos. Los armadores españoles también han sido de los primeros en alcanzar acuerdos privados.
De los 17.500 barcos de la flota española, 15.300 faenan en el caladero nacional; 850, en aguas comunitarias, y otros 850 barcos, en aguas de terceros países o internacionales. Sin embarco, la flota que faena en caladeros lejanos representa la mayor parte de las capturas y refleja el fuerte grado de dependencia de esos barcos de pactos externos.
Bruselas mantiene acuerdos con 24 países y, de ellos, una quincena tiene un interés muy directo para España. La UE destina a la firma de estos acuerdos 282 millones de euros (unos 47.000 millones de pesetas), cifra que se halla congelada en los últimos ejercicios y que proporciona empleo directo a unos 20.000 trabajadores. Sin embargo, estos acuerdos dan lugar a unas capturas de dos millones de toneladas y unos beneficios que se estiman en 2.000 millones de euros (332.772 millones de pesetas).
Falta de firmeza de Bruselas
Para el sector de la pesca en España, Bruselas no mantiene una posición de firmeza en el mantenimiento de los acuerdos de pesca, así como en la apertura de otros. Las críticas son especialmente duras a la hora de censurar la pérdida de peso de la UE en los organismos de pesca internacionales, donde faena una parte de la flota congeladora española en el Atlántico.
La no renovación hasta la fecha del acuerdo con Marruecos supone un golpe para la actividad de unos 330 barcos con unas capturas de unas 200.000 toneladas, pero de las que 120.000 se destinaban a su transformación en harinas. Se trata de un acuerdo importante por el número de barcos, pero era un acuerdo menos interesante por el volumen de las capturas comerciales y, sobre todo, por su alto coste tanto para la UE como para cada armador.
En cualquier caso, supone un problema a la hora de recolocar la flota, ya que, aunque la Administración ha indicado la posibilidad de colocar hasta 200 barcos en otros acuerdos y en caladeros internacionales, la realidad es más compleja. Los barcos en esas aguas se hallan muy ajustados a las posibilidades de capturas y se ha producido un recorte de embarcaciones.
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