Cumbre irreal
El anagrama político más raído de los últimos tiempos es el de las cumbres árabes, en las que casi nada remonta el vuelo y nada en absoluto aterriza en el mundo real; y raramente la hipérbole resulta más apropiada que esta semana en Ammán, donde la Liga Árabe ha dejado las cosas como estaban, precisamente porque estaban francamente mal y no había cumbre que pudiera ponerles remedio.
En las dos cuestiones capitales ha habido fracaso o ambigüedad. Irak buscaba una actitud de combate contra el embargo decretado por la ONU al régimen de Sadam Husein, como castigo por impedir la entrada de inspectores occidentales para certificar que no produce armas de destrucción masiva; y, como lo mejor es predicar con el ejemplo, quería que los hermanos árabes rompieran públicamente el embargo. Varios miembros de la Liga comercian más o menos a escondidas con Bagdad, pero cosa muy distinta es desafiar abiertamente a Estados Unidos, gran promotor del embargo, cuya modificación estudia ahora la Administración de Bush para hacerlo menos generalista, menos colador y más demoledor. Por ello, la cosa ha quedado en una letanía condenatoria.
El segundo asunto, la ayuda económica a Palestina cuando el estrangulamiento de Israel a los territorios pone a la Autoridad de Yasir Arafat en bancarrota técnica y práctica, se ha cerrado también con una mera declaración de intenciones. Es posible que ahora se acelere la entrega de los 1.000 millones de dólares prometidos ya el año pasado. Pero incluso este acuerdo que nadie ha tenido prisa en cumplir, porque la autonomía palestina es un pozo sin fondo de corrupción, contrasta patéticamente con una realidad que se deteriora a ojos vistas. En los últimos días Hamás ha reactivado a sus comandos suicidas que se han cobrado la vida de tres adolescentes israelíes. El nuevo primer ministro, Ariel Sharon, fiel a su compromiso de dureza, no ha tardado en responder con bombardeos sobre Gaza. Al lado de esto, la enésima reconciliación en la cumbre entre Siria y Palestina y la declaración genérica de la Liga Árabe parecen hoy peccata minuta.
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