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Lapierre y Moro recuerdan en un libro la catástrofe de Bhopal

La intención era buena: construir una fábrica de pesticidas en el corazón de India que crearía 1.000 puestos de trabajo y ayudaría a 400 millones de campesinos a proteger sus cultivos de los insectos. El presidente de la multinacional estadounidense Union Carbide bautizó el proyecto, instalado en el centro de la ciudad de Bhopal, en 1978, como 'la fábrica bonita'. Pero el sueño acabó en 1984 como la mayor catástrofe industrial de la historia. Una fuga de gas tóxico mató a entre 16.000 y 30.000 personas, además de herir gravemente a más de medio millón.

Dominique Lapierre (Chatelaillon, Francia, 1931) y Javier Moro (Madrid, 1955) desentrañan los hechos 17 años después en Era medianoche en Bhopal (Planeta), sirviéndose de múltiples pequeños relatos para explicar por qué acabó mal 'aquella historia de amor entre Occidente y el Tercer Mundo'.

El escritor y periodista francés -autor de éxitos en colaboración con Larry Collins (¿Arde París?, Oh, Jerusalén, El quinto jinete) y en solitario (La ciudad de la alegría, Más grande que el amor)- cuenta que lo más difícil fue 'identificar a todos los actores de la historia'. Por el libro, que según Moro puede leerse 'como una novela policiaca', desfilan los testimonios de ingenieros que alertaron, sin éxito, sobre la falta de seguridad de la fábrica; de un desconocido periodista local que vaticinó el accidente poco antes de producirse; de una joven campesina que iba a casarse en la ciudad la madrugada de la tragedia (2 al 3 de diciembre), o del operario que descuidó las medidas de seguridad por no perderse un recital de poesía.

Un 'Titanic' en India

'La fábrica fue un regalo extraordinario al pueblo de India', ironiza Lapierre, que se malogró 'por la megalomanía de unos ingenieros que no conocían el medio local y por la lógica del beneficio y del ahorro draconiano', apostilla Moro. Lapierre define la tragedia de Bhopal como 'una gran metáfora comparable al hundimiento del Titanic'.

Los dos autores coinciden en que no es imposible que ocurra algo similar en cualquier país occidental, pero Moro afirma que, en ese caso, 'se juzgaría a los responsables y se obligaría a la fábrica a desvelar todos los ingredientes químicos que se escaparon para poder establecer un protocolo de tratamiento médico'. Nada de eso ha sucedido aún en Bhopal; el azar hizo soplar al viento de norte a sur, en dirección a las chabolas más pobres, y la mayor parte de la abusiva indemnización acordada sigue sin cobrarse.

Dominique Lapierre propone al final del libro una máxima que aprendió en Calcuta junto a la madre Teresa: 'Todo lo que no se da, se pierde'. Parte de los derechos de autor generados por Era medianoche en Bhopal financiará acciones humanitarias en la ciudad.

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